De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos (MedlinePlus), el hígado es el órgano más grande del cuerpo, responsable de eliminar las toxinas, almacenar energía e incluso ayudar al organismo a digerir los alimentos.
Al igual que otras partes del cuerpo, también se ve afectado por muchas enfermedades, entre ellas, la cirrosis, el hígado graso por alcohol, la hepatitis, y sus variantes. Muchas de ellas se presentan por contagio o hábitos malsanos, como por ejemplo, el consumo de gaseosas diario que podría incidir en el desarrollo de hígado graso no alcohólico, según un estudio.
Cirrosis
La enciclopedia médica a través de su servicio en línea menciona que la cirrosis “es un conjunto de cicatrices en el hígado” causado por enfermedades o lesiones que no favorecen el funcionamiento correcto del hígado, es decir, que en otras palabras, este órgano deja de producir proteínas, limpiar la sangre y almacenar energía.
En este sentido, MedlinePlus señala que la cirrosis puede traer consecuencias, tales como una insuficiencia renal, venas dilatadas en el estómago y el esófago, hinchazón en el abdomen, cálculos en la vesícula, entre otros.
Además, aunque no son altas las probabilidades de que la cirrosis provoque cáncer de hígado, tampoco se debe ignorar que lo puede hacer.
Cabe recordar que el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) precisa que el cáncer de hígado inicia con la formación de células en la estructura hepática, clasificándose en dos tipos: el carcinoma hepatocelular y el cáncer de vías biliares, mismos que se encuentran en el cáncer primario de hígado.
Los principales signos que una persona percibe tras el desarrollo de cáncer de hígado son: inflamación en el abdomen, dolor agudo en la zona, percepción de bultos, cansancio, náuseas, reducción del apetito, heces de color blanco y fiebre.
Hepatitis
La hepatitis es una enfermedad que, según un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), es ocasionada por un virus que puede poner en riesgo la vida de una persona. “Se estima que el 57 % de los casos de cirrosis hepática y el 78 % de los casos de cáncer primario de hígado son causados por los virus de la hepatitis B y C2″, añade.
Es entonces que la entidad menciona que hay cinco cepas de hepatitis: la A, la B, la C, la D y la E. Cada una de ellas, aunque tienen en común la inflamación del hígado, ciertamente son diferentes desde su transmisión hasta su tratamiento.
“En particular, los tipos B y C provocan enfermedad crónica en cientos de millones de personas y, en su conjunto, son la causa más común de defunciones relacionadas con cirrosis hepática, cáncer y hepatitis viral”, menciona la OMS.
Hígado graso no alcohólico y las gaseosas
MedlinePlus menciona que el hígado graso es una enfermedad en la cual la grasa se acumula en el hígado. Se divide en dos: el hígado graso por alcohol y el hígado graso no alcohólico, este último se debe a una inflamación de órganos y lesiones de las células hepáticas.
Adicional a ello, la Clínica Mayo asegura que los factores de riesgo para el hígado graso no alcohólico son la obesidad, los niveles altos de glucosa en la sangre, y la grasa.
Es entonces que un informe de la Sociedad Española de Ciencias de la Alimentación (SEDCA), citando un estudio médico, determina que el consumo diario de gaseosas incide en el riesgo (1,16 veces) para el desarrollo de hígado graso no alcohólico.
Lo anterior fue un resultado de una investigación publicada en Journal of Hepatology donde se contó con el análisis de 2.634 cuestionarios dietéticos de personas que no consumían alcohol, pero si dentro de sus dietas tenían una ingesta de zumos, batidos, tés, y bebidas carbonatadas (gaseosas) concluyendo a través de una tomografía axial computarizada (TAC) la cantidad de grasa que acumulaban en el hígado.
Por tanto, los hallazgos apuntaron a que, quienes consumían todos los días gaseosa, podían desarrollar hígado graso no alcohólico, que como se mencionó, es una enfermedad que afecta este órgano causando inflamación y acumulación de grasa.