Como es bien sabido, el buen descanso es vital para el bienestar físico y mental del organismo. Tanto es así que cuando una persona no duerme bien todo su cuerpo lo refleja: se siente cansado, está irritable, no es capaz de concentrarse e inclusive se le dificulta el desarrollo de las tareas diarias.
Una de las señales más reveladoras de una mala noche es la apariencia del rostro, sobre todo en los ojos, que suelen lucir pesados, con bolsas en la parte inferior. Asimismo, la cara puede parecer con menos volumen, puesto que al no haber descansado lo suficiente en la posición horizontal, asociada a la hora de dormir, se redistribuye el volumen de agua, produciendo la hinchazón de los miembros inferiores y restándole volumen al rostro.
“La privación crónica del sueño también puede traducirse en la interrupción de las vías de colágeno, un envejecimiento más rápido de la piel e incluso una cicatrización de heridas reducida”, señalan desde el portal sobre salud y bienestar La vida lúcida.
Por su parte, los expertos consultados por el blog Cuídate Plus indican que la falta de sueño puede incidir en algunas enfermedades dermatológicas, ya que se altera el nivel hormonal del organismo. En este sentido, según Irene Salguero, dermatóloga del Hospital Puerta de Hierro, a quien consultaron en el artículo, esto sucede porque con la privación del sueño se influye en la secreción de la melatonina y el cortisol, hormonas que tienen una amplia repercusión en los procesos de la dermis.
De acuerdo con el cirujano plástico, Sanjay Grover, citado por La vida lúcida, “los niveles de cortisol aumentan con la falta de sueño, lo que puede empeorar las condiciones inflamatorias y provocar una deposición deficiente de colágeno; el flujo de sangre hacia el rostro aumenta durante el sueño y la falta de sueño puede provocar una apariencia gris o cenicienta; y los ojos pueden aparecer hinchados y enrojecidos con ojeras”.
¿Cuánto se debe dormir?
La Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos comparte una guía de las cantidades recomendadas de sueño, dependiendo de la edad, desde los bebés hasta los adultos mayores.
- Recién nacidos: 16-18 horas al día
- Niños en edad preescolar: 11-12 horas al día
- Niños en edad escolar: por lo menos 10 horas al día
- Adolescentes: 9-10 horas al día
- Adultos (incluyendo adultos mayores): 7-8 horas al día
Además, recalca que no se trata únicamente de la cantidad de horas que descanse una persona, sino también de la calidad del sueño, pues no es lo mismo dormir profundo que levantarse de manera constante durante la noche.
¿Cómo dormir mejor?
De acuerdo con la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, hay un listado de hábitos que contribuyen a una buena higiene del sueño y que pueden mejorar la calidad del descanso. Algunas de estas buenas prácticas son:
- Establecer horarios de sueño: tratar acostarse y levantarse siempre a la misma hora.
- Reducir o restringir el consumo de cafeína en las tardes y noches.
- Dejar ciertos malos hábitos como el cigarrillo.
- Practicar actividad física regular en horarios adecuados, no sobre la noche.
- Evitar las bebidas alcohólicas antes de acostarse.
- No comer nada pesado previo a irse a la cama.
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- Procurar no tomar siestas después de las tres de la tarde.
- Relajarse antes de acostarse, por ejemplo, tomando un baño, leyendo o escuchando música suave.
- Crear el ambiente ideal para el descanso, esto significa disponer la habitación para dormir, manteniendo su dormitorio con una temperatura fresca, reduciendo las luces y alejando las distracciones que puedan interrumpir el sueño, como celulares, televisores y demás dispositivos.
- No se acueste en la cama despierto. Si no puede dormir por 20 minutos, levántese y haga algo relajante.