Expertos de la Universidad de Harvard encontraron que olvidar no revierte los cambios en el cerebro que resultan del aprendizaje, como sugieren algunas teorías.

Por lo tanto, para establecer cómo funciona el olvido y la memoria, los científicos llevaron a cabo un nuevo estudio en el que utilizaron gusanos C. elegans, un organismo modelo para la investigación del cerebro.

En medio de la investigación que fue publicada en Science Advances, los expertos hallaron que el olvido genera un nuevo estado cerebral que es diferente del que existía antes de que ocurriera el aprendizaje o del que existe mientras aún se recuerda el comportamiento aprendido, es decir, lo que se olvida no desaparece por completo y puede reactivarse con una especie de salto inicial.

“Después de olvidar, a menudo podemos recordar lo que aprendimos antes, y nuestro cerebro ya no está en estado ingenuo (...) Si celebramos una fiesta y luego, varios meses después, realmente nos olvidamos: ‘¿Cuándo celebré esa fiesta? ¿Quién asistió?’ Y entonces tu amigo puede decir: ‘Recuerda esto y aquello. Acuérdate de que cantamos una canción para ti’. De repente, te acordarás, ¿no?”, indicó Yun Zhang, profesor de biología orgánica y evolutiva y miembro del Centro de Ciencias del Cerebro de Harvard.

En tal sentido, la base de esa investigación podría se utilizada en algún momento para comprender los problemas de salud mental en los que el olvido sale mal, ya sea que ocurra demasiado lento o demasiado rápido.

“Los mecanismos que proporciona este estudio nos darían puntos de entrada para pensar qué pudo haber salido mal con esas enfermedades neurológicas (...) Nos ayuda a hacer hipótesis sobre las moléculas y los procesos involucrados, así como la actividad de las neuronas que son importantes para el olvido, y proponer formas de comprender la patología de enfermedades neurológicas relacionadas”, agregó el investigador Yun Zhang.

Cerebro: así crece y se encoge a lo largo de los años

Desde la formación del feto en el vientre de la madre se van constituyendo los órganos y, con el paso del tiempo, estos van creciendo a medida que se va desarrollando tanto al interior de la madre como después de nacido. Incluso, el funcionamiento de algunos órganos puede mermar, a medida que se envejece.

El cerebro empieza a integrarse en el feto a los 18 días de vida, formando las células nerviosas que más adelante se convertirán en las neuronas. Este proceso es fundamental para su correcta maduración y depende en gran parte de la alimentación y de la estimulación prenatal que reciba, según Club familias.

Al respecto del órgano que representa el 2 % de peso corporal, pero usa el 20 % de la energía, un equipo de investigadores internacionales creó una serie de gráficos cerebrales que plasmaron cómo luce durante toda vida y revela cómo va evolucionando con el pasar de los años.

El estudio fue publicado por la revista Nature. Los neurocientíficos aseguran que se trata del esfuerzo más completo hasta ahora para crear un estándar con el que se pueda medir el desarrollo cerebral de una persona a lo largo de su vida.

El proyecto de investigación comprendió los cinco continentes y reunió conjuntos de datos de resonancia magnética, de los más grandes nunca antes compilados: casi 125.000 escáneres cerebrales provenientes de 101.457 personas de más de 100 estudios diferentes, según Muy Interesante.

Esto se debió a que la resonancia magnética funcional del cerebro es un proceso costoso y lento, y un solo equipo no puede recopilar suficientes datos necesarios. El estudio recogió alrededor de dos millones de horas de tiempo de trabajo informático, afirma el medio.

Allí destacan que la falta de herramientas fue determinante para el estudio de los trastornos psiquiátricos y enfermedades como el alzhéimer, que causan la degeneración del tejido cerebral y el deterioro cognitivo.

El neurocientífico Aaron Alexander-Bloch, de la Universidad de Pensilvania, manifestó: “No hay tablas de crecimiento estandarizadas para el desarrollo del cerebro como las que hay para otras métricas de crecimiento como la altura y el peso, a pesar de que sabemos que el cerebro pasa por muchos cambios a lo largo de la vida humana”.

“Nuestro trabajo reúne una gran cantidad de datos de imágenes que seguirán creciendo, lo que permitirá a los investigadores y, finalmente, a los médicos evaluar el desarrollo del cerebro frente a medidas estandarizadas”, añadió.

El estudio encontró:

  • La materia gris (células cerebrales) aumenta rápidamente a partir de la mitad de la gestación, alcanzando su punto máximo justo antes de cumplir los seis años. Luego, empiezan a disminuir lentamente.
  • La materia blanca (conexiones cerebrales), también se incrementa rápidamente durante la primera infancia y alcanza su nivel más alto justo antes de cumplir los 29 años y comienza a disminuir en volumen a mediados de los 30. Posteriormente, el declive se acelera después de los 50.
  • Además, el volumen de materia gris en la subcorteza cerebral, que controla las funciones corporales y el comportamiento básico, alcanza su punto máximo en la adolescencia a los 14 años y medio.

“Todavía estamos en una etapa extremadamente temprana con nuestros Brain Charts, lo que demuestra que es posible crear estas herramientas reuniendo grandes conjuntos de datos. Los gráficos ya están comenzando a proporcionar información interesante sobre el desarrollo del cerebro y nuestra ambición es que en el futuro”, expresó Richard Bethlehem, coautor del trabajo.

“A medida que integremos más conjuntos de datos y refinemos los gráficos, eventualmente podrían convertirse en parte de la práctica clínica de rutina. Se podría imaginar que se usaran para ayudar a evaluar a los pacientes examinados para enfermedades como el alzhéimer por ejemplo, lo que permitiría a los médicos detectar signos de neurodegeneración al comparar la rapidez que el volumen cerebral de un paciente ha cambiado en comparación con sus pares”, añadió el científico.