La lechuga es una verdura con alto contenido de agua y múltiples beneficios para la salud que la humanidad lleva consumiendo durante varios milenios.
De acuerdo con la Fundación Española de la Nutrición (FEN), no hay un consenso entre los expertos en botánica sobre cuál es el origen concreto de la lechuga, pues fue parte de la dieta de varias culturas como la sumeria, la egipcia, la griega y la romana.
Muchos de sus ciudadanos incluso la usaban para representar dioses (en el caso de los egipcios) e incluso la FEN advierte que hay evidencia de que los romanos “tenían la costumbre de consumirla antes de acostarse después de una cena abundante para así poder conciliar mejor el sueño”.
La lechuga también es conocida por tener altos niveles de agua, lo que la hace muy útil para el buen funcionamiento del organismo. En esa medida, facilita que el cuerpo sea capaz de eliminar líquidos y favorece la producción de orina, lo que la hace reconocida por ser un alimento diurético (es decir, que facilita el trabajo de los riñones).
De otro lado, es un alimento que puede ayudar a regular los niveles de azúcar en la sangre. Según el portal Glycemic Index, el índice glucémico (que mide la rapidez con la que un alimento sube los niveles de azúcar en la sangre) es de 15, es decir, tiene una calificación considerada como baja.
Vale decir, sin embargo, que esto no quiere decir que la lechuga pueda reemplazar a los medicamentos destinados a controlar los niveles de azúcar en la sangre, algo que también se puede lograr con la implementación de una dieta adecuada.
Para tener un plan de alimentación destinado a regular la glucosa, lo correcto es trazarlo con ayuda de un profesional médico.
La lechuga, además, “contiene flavonoides, fundamentalmente quercetina; seguida de kaempferol, y cantidades inferiores de miricetina, luteolina y apigenina. La lechuga también aporta pequeñas cantidades de b-sitosterol, stigmasterol y campesterol, fitoesteroles que participan en importantes funciones biológicas del organismo”, explica la FEN.
Estos flavonoides a los que hace alusión la fundación pueden ayudar a prevenir diversos tipos de cáncer y mantener la salud del corazón y los vasos sanguíneos. Los fitoesteroles, mientras tanto, ayudan a que se reduzca la absorción de colesterol.
Esta es la información nutricional de la lechuga por cada 100 gramos de porción comestible, según los datos compartidos por la FEN:
- Energía (Kcal): 17
- Proteínas (g): 1,5
- Lípidos totales (g): 0,3
- AG saturados (g): 0,039
- AG monoinsaturados (g): 0,012
- Hidratos de carbono (g): 1,4
- Fibra (g): 1,5
- Agua (g): 95,3
- Calcio (mg): 40
- Hierro (mg): 0,6
- Yodo (µg): 5
- Magnesio (mg): 12
- Zinc (mg): 0,3
- Sodio (mg): 9
- Potasio (mg): 24
- Fósforo (mg): 30
- Selenio (μg): 1
- Tiamina (mg): 0,06
- Riboflavina (mg): 0,06
- Equivalentes niacina (mg): 0,6
- Vitamina B6 (mg): 0,07
- Folatos (μg): 34
- Vitamina B12 (μg): 0
- Vitamina C (mg): 12
- Vitamina A: Eq. Retinol (μg): 29
- Vitamina E (mg): 0,5
Así se puede hacer el té de lechuga
Hay múltiples formas de consumir la lechuga que pueden ayudar a gozar de sus propiedades. Una de ellas es la preparación de un té, que, como lo planteaban los romanos, puede ayudar a conciliar el sueño. Además, se trata de una preparación baja en azúcar y que puede favorecer la eliminación de líquidos.
Para llevar a cabo esta receta el medio especializado en nutrición, Tua Saúde, señala que se requieren tres hojas de lechuga picadas y una taza de agua.
Según el portal citado, basta con añadir las hojas picadas de la lechuga al agua, calentar la preparación y luego dejar que hierva por al menos tres minutos.
A la hora de servir basta con colar las hojas y verter el té en un recipiente. La recomendación es beberlo tibio.