Es normal que el hígado contenga algunas cantidades bajas de grasa. Sin embargo, cuando esta sustancia se acumula, se genera una enfermedad a la que se le denomina esteatosis hepática o más conocida como el hígado graso.

De acuerdo con el portal web Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, reveló que existen dos tipos de esta afección:

  • Hígado graso simple: Hay grasa en el hígado, pero poca o ninguna inflamación o daño en las células del hígado. En general, el hígado graso simple no es demasiado serio como para causar daño o complicaciones a este órgano.
  • Esteatosis hepática no alcohólica: Existe inflamación y daños en las células del hígado, y grasa. La inflamación y el daño de las células del hígado pueden causar fibrosis o cicatrización del hígado. La esteatosis puede causar cirrosis o cáncer de hígado.
Existen dos tipos de hígado graso. | Foto: Getty Images

Según el portal Healtline, existen diferentes motivos que causan el hígado graso y son los siguientes:

  • Obesidad.
  • Resistencia a la insulina.
  • Consumo de bebidas azucaradas.
  • Deterioro de la salud intestinal.
  • Exceso de grasa abdominal.

En ese orden de ideas, existen diferentes acciones naturales para curar el hígado graso; por ejemplo, el portal portugués de salud, nutrición y bienestar Tua Saúde reveló qué alimentos están permitidos y cuáles prohibidos. Sin embargo, la mejor opción es consultar con un profesional de la salud.

Permitidos: manzana, pera, piña, durazno, papaya, fresas, mandarina, naranja, limón, ciruela, guanábana; calabacín, rúcula, espinacas, berenjena, lechuga, tomate, cebolla, zanahoria, berro, arroz integral, pan integral, pasta integral, quinoa, avena en hojuelas, huevos, tofu, pollo, pescados de carne blanca, leche y yogur descremado, y quesos blancos como requesón (ricota) y cottage.

Las espinacas se caracterizan por sus altos niveles en potasio. | Foto: Getty Images

Prohibidos: quesos amarillos, queso crema, tocino, cordero, carne de res grasa, piel de pollo, carne de cerdo, chocolate, mantequilla, margarina, arroz blanco, pasta, pan blanco, harina de avena, galletas, helados, dulces en almíbar, mermeladas y jugos de fruta industrializados, como los envasados o en polvo, salsas listas, pasta instantánea, comida rápida, pan de molde, comidas congeladas, jamón serrano, pechuga de pavo, salchicha, mortadela, salami, longaniza, lomo y capicola.

Varios estudios han demostrado que llevar a cabo rutinas de ejercicio, puede reducir significativamente la cantidad de grasa acumulada en las células hepáticas. Asimismo, el portal Oncosalud reveló cuáles son los mejores ejercicios para aliviar el hígado graso:

1. Caminar: de acuerdo con Mayo Clinic, para que la caminata habitual se convierta en un ejercicio que mejore el estado físico, se debe adoptar una buena postura y movimientos decididos y la postura debe ser:

Caminar durante 30 minutos puede ser un gran aliado para esta afección. | Foto: Getty Images
  • La cabeza en alto. Mirar hacia adelante, no hacia abajo.
  • El cuello, la espalda y los hombros deben estar relajados, y no levantados y tensionados.
  • Se deben balancear los brazos libremente, con una ligera flexión de los codos.
  • Apretar ligeramente los músculos del estómago, con la espalda recta, no arqueada hacia delante o hacia atrás.
  • Caminar de manera fluida, apoyando el talón y luego los dedos.

2. Aeróbicos: la actividad aeróbica tiene muchos beneficios para la salud, sin importar la edad, ya que puede ayudar a mantener el peso, aumentar la resistencia, el estado físico y la fuerza, proteger enfermedades virales, controlar las enfermedades crónicas, fortalecer el corazón, mejorar el estado de ánimo, entre otras.

3. Bicicleta: este método tiene grandes beneficios para la salud física y mental, ya que fortalece el corazón, los músculos y reduce el estrés generando tranquilidad en las personas, porque con el ejercicio se liberan endorfinas y se crea la sensación de felicidad y satisfacción.

4. Correr: el Grupo Sanitas de España reveló que un estudio publicado en la revista Journal of the American College of Cardiology demuestra que las personas que optan por correr para la práctica habitual de ejercicio físico tienen un 30 % menos de probabilidades de morir que los que no hacen ningún tipo de ejercicio y un 45 % menos de hacerlo a causa de una enfermedad o accidente cardiovascular.