La visión es el sentido más dominante de los cinco, indica la OMS, en un mundo construido en función de la capacidad de ver y es un elemento catalogado como esencial para la vida de las personas.
Según el organismo, se estima que en el mundo hay al menos 2.200 millones de personas con deterioro de la visión cercana o distante. En al menos 1.000 millones de esos casos, es decir, casi la mitad, el deterioro podría haberse evitado o todavía no se ha aplicado un tratamiento.
El deterioro de la visión supone una enorme carga económica mundial, ya que se calcula que los costos anuales debidos a la pérdida de productividad asociada a deficiencias visuales por miopía y presbicia no corregidas ascienden a 244.000 millones de dólares y 25.400 millones de dólares, respectivamente, en todo el globo.
Asimismo, la OMS cataloga la enfermedad de distintas maneras:
- Leve: agudeza visual inferior a 6/12 o igual o superior a 6/18.
- Moderado: agudeza visual inferior a 6/18 o igual o superior a 6/60.
- Grave: agudeza visual inferior a 6/60 o igual o superior a 3/60.
- Ceguera: agudeza visual inferior a 3/60.
Por consiguiente, cuando se sufre de alguna discapacidad visual (ceguera o baja visión), siendo esta una condición de nacimiento o generada por alguna circunstancia de salud o externa que no tiene tratamiento, el proceso de aceptación hacia la misma suele ser un muy difícil, tanto para la persona que posee la discapacidad como para su entorno familiar.
Es por esto que la rehabilitación de esta población se convierte en una necesidad, porque no solo permite su inclusión social, sino que brinda un acompañamiento adecuado para el usuario y su familia, que les permita comprender mejor la condición y enfrentarla en sus diferentes etapas de afrontación, como dio a conocer el Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos (CRAC), referente en Colombia sobre el tema.
“Entendemos y trabajamos en este proceso de aceptación y adaptación de la discapacidad visual desde cinco aspectos fundamentales, los cuales hemos venido adaptando y evolucionado estos años de arduo trabajo, logrando cambiar los paradigmas sobre esta condición a nivel social, con el objetivo genuino de generar una verdadera inclusión social de la población ciega y de baja visión”, señaló Gladys Lopera, directora general de dicho Centro.
De acuerdo con la misma, estas son las áreas de trabajo fundamentales en el proceso.
Psicología y trabajo social: Facilita su adaptación a la situación de discapacidad visual, brindando herramientas que permitan aceptar la condición y desarrollar estabilidad psicoemocional. Asimismo, se busca que desde el entorno familiar se puedan modificar las barreras de los factores psicológicos y contextuales, convirtiéndose así en facilitadores y permitiendo que su rehabilitación avance de manera adecuada.
En técnicas de la vida diaria: los usuarios retoman o adquieren facultades que les permitan ser independientes, mediante la ejecución de las actividades de autocuidado, vida doméstica y áreas principales de la vida, a través de la utilización e implementación de técnicas y normas de seguridad.
Por otra parte, las herramientas de comunicación, como el braille, el ábaco y, sobre todo en esta época de digitalización, la tecnología, son elementos clave para favorecer las competencias ocupacionales de la persona en situación de discapacidad visual, debido a que fomentan su participación en actividades de aprendizaje y aplicación del conocimiento.
Asimismo, el área sensoperceptual, cognitivo y manual permite que los usuarios puedan apropiarse del mundo y del espacio en el que se desenvuelven, incentivando el desarrollo de habilidades sensoriales, perceptivas, motoras finas, de coordinación y tacto.
Por último, es de vital importancia que las personas con discapacidad visual aprendan a ubicarse y orientarse espacialmente, mejorando su capacidad para la ejecución de las actividades de movilidad, por medio de un conocimiento mayor del cuerpo y dominio del esquema corporal. Así se disminuye la limitación en las actividades de movilidad y las barreras en los factores personales y ambientales.
Es importante resaltar que, según el Dane, en Colombia, aproximadamente dos millones de personas viven con alguna discapacidad visual, lo que equivale a más del 4 % de la población total del país. Es relevante que estas personas reciban la rehabilitación adecuada, ya que les ayuda a ser lo más independientes que se pueda en su día a día y les permite participar en actividades educativas, laborales o recreativas y llevar a cabo las tareas que dan sentido a su vida.
“Es fundamental que desde la rehabilitación se pueda dar el empoderamiento de la persona y su familia para participar activamente en la sociedad, haciendo valer sus derechos, pero también cumpliendo con sus deberes como ciudadano”, finalizó Lopera.