El sistema circulatorio está formado por vasos sanguíneos que transportan la sangre desde y hacia el corazón. Además, lleva oxígeno, nutrientes y hormonas a las células y elimina productos de desecho como el dióxido de carbono, de acuerdo con el portal sobre salud KidsHealth.

Allí se explica que el recorrido que sigue la sangre siempre va en la misma dirección para que las cosas sigan funcionando como debe ser.

Además, los problemas circulatorios y del corazón se agrupan en dos categorías: congénitos, lo que significa que el problema estaba presente en el momento del nacimiento; y adquiridos, lo que significa que los problemas se desarrollaron en algún momento de la infancia, la niñez, la adolescencia o la vida adulta.

Dicho lo anterior, el portal de la Clínica Vasculine reveló que los síntomas más frecuentes que presentan los pacientes con mala circulación son: “quemazón en las piernas; presencia de pequeños vasos; hormigueos, pinchazos o adormecimiento de las piernas; calambres en las piernas; manchas rojas en las piernas; piel fría, seca o escamosa; coloración pálida o azulada en las zonas afectadas; grietas en la zona de los talones; zona de los tobillos y pies hinchadas”.

Asimismo, cuando una persona tiene mala circulación puede presentar fatiga, edema, mareos, dolor de cabeza, manos y pies fríos, dolor en las piernas, calambres musculares, latidos cardíacos irregulares, pérdida de cabello y sequedad de la piel, entumecimiento, entre otras.

Por su parte, algunas recomendaciones para mejorar la circulación sanguínea, según Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación y Medline Plus, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, son:

1. Hacer ejercicio. Las nuevas directrices de la OMS recomiendan por lo menos de 150 a 300 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada o vigorosa por semana para todos los adultos, incluidas las personas que viven con afecciones crónicas o discapacidad, y un promedio de 60 minutos al día para los niños y adolescentes.

2. Mantener un peso saludable, ya que esto permite que la persona tenga un buen estado de salud y calidad de vida.

3. Dejar de fumar.

4. Si la persona tiene diabetes, mantener bajo control la glucosa en la sangre.

5. Reducir los niveles de colesterol y presión arterial, si es necesario.

6. Consumir alimentos bajos en grasas saturadas.

7. Programar y asistir a las revisiones médicas con regularidad.

8. Informar al médico sobre cualquier antecedente familiar de problemas relacionados con el corazón.

9. Practicar yoga, porque al combinar posturas físicas, ejercicios de respiración y meditación mejora la salud en general.

10. Comer pescado, pues el pescado es una proteína magra y saludable que contiene un tipo de grasa llamada omega-3 y ácidos grasos que puede ayudar a proteger el corazón.

11. Tomar té, ya que según Cristina Olivos, nutrióloga citada por el medio chileno La Tercera, dentro de sus propiedades “se ha observado un efecto antioxidante y los efectos antioxidantes que tiene esto podría mejorar la circulación, pues el té negro produce un efecto antiteratogénico. Es decir, que disminuye la acumulación de grasas en las arterias”.

12. Mantener los niveles de hierro balanceados.

De todos modos, antes de consumir algún alimento o iniciar un tratamiento, lo primero que hay que hacer es consultar a un experto de la salud para que sea este quien guíe el proceso e indique que es lo más adecuado para cada persona, pues las anteriores recomendaciones no son las indicadas para todos.