Las relaciones en la pareja e incluso con los amigos en ocasiones se pueden tornar tóxicas y lo que parecía ser un reclamo normal, se convierte en algo obsesivo. Muchas veces las personas tienden a caer en la idealización del amor, bien sea por la sociedad, las películas, las novelas o las redes sociales, que pueden direccionar las relaciones a lugares turbios.

Para conocer este tipo de situaciones no hay que irse muy lejos. En los últimos días, el caso de Johnny Depp y Amber Heard se convirtió en tema de conversación. Celos, excesos, abuso doméstico, violencia física, infidelidades y mentiras son las generalidades del caso que aún espera un veredicto final.

Esta controversia está en la lista de famosas relaciones tóxicas que se escuchan hoy en día. Pero, hay que tener en cuenta que los parámetros para definirlas dependen de cada persona. Como lo explica la psicóloga especialista en terapia de pareja y familia, Johanna Rueda, para todos el concepto y los acuerdos de amor en pareja no son lo mismo.

Otro punto que destaca la especialista es que en la mayoría de casos no es uno u otro el tóxico, sino ambas personas involucradas. Como en todo, hay excepciones y en este aspecto puede catalogarse como violencia y se pueden exponer víctimas y victimarios. “Siempre que atiendo a los que dicen que su pareja es tóxica, les pregunto: ¿y tú?”.

Ser o no tóxico es un campo muy amplio para definir, “aunque nosotros elegimos a quién amar de una forma inconsciente, nuestra percepción de relación varía entre nuestros conceptos de amor, nuestros traumas, nuestra infancia y nuestra historia”.

¿El amor todo lo puede?

Por más que se busque o se intente convencer de que el amor todo lo puede y que todos tendrán un final feliz, la verdad es que la vida muchas veces muestra lo contrario. Las relaciones, los sentimientos y el amor puede que no duren para siempre. No obstante, hay casos en los que esto no sucede y la relación de pareja se puede llegar a convertir en una oscura pesadilla.

Para saber que se está en una relación tóxica de la que se debe salir es necesario entender qué significa en sí misma. La toxicidad afectiva se puede comparar con un veneno, uno que lentamente puede estar acabando con nuestra tranquilidad, nuestro amor y con nosotros mismos.

De acuerdo con Leisa Puentes, psicóloga especialista en salud sexual y terapeuta de pareja, existen ciertas señales para darse cuenta de que se está en una relación tóxica, pero la única forma de percibirlas es a través de la intuición.

La experta explica que, como todo veneno, tiene un antídoto: el amor propio y el amor de los que nos rodean. “Ponernos a nosotros mismos en primer lugar nos invita a salir del estado de intranquilidad, pero no es fácil. Esto nos puede generar dolor y una especie de síndrome de abstinencia por la falta de la otra persona”.

Toda una adicción

Amar se puede convertir en toda una adicción, y la sustancia en este caso es el apego que crea el mismo amor. Salir de una relación tóxica es todo un proceso, ya que una vez identificada hay que empezar la desintoxicación. Como toda adicción, hay que entrar en tratamiento para vencerla.

De acuerdo con Puentes, los seres humanos nos vinculamos a través del contacto físico y la intimidad, esta última es el punto de conexión máximo. “Es complicado salir. Es allí donde debe primar la parte racional sobre la instintiva, ya que si nos sujetamos a los recuerdos y la necesidad física, será imposible”.

Como se definió anteriormente, la mejor forma de salir de una adicción es el contacto cero, se debe cortar toda relación con la otra persona. “Aparecen los espasmos del adiós. Esa necesidad de volver a tener contacto con la otra persona y ahí es que se vuelve a caer, los neurotransmisores en los centros de recompensa del cerebro se vuelven a activar”, explicó la especialista.

Para salir de una relación tóxica hay que entender que la prioridad somos nosotros mismos y que el daño que ejerce la otra persona y nosotros en ella debe terminarse. Como dicen las expertas, el ideal del amor puede transformarse o cegar las realidades que se viven como personas que deciden compartir su vida.