La toxina botulínica de tipo A o bótox es una neurotoxina que, pese a ser liberada por el botulismo, una enfermedad que surge de una bacteria y que provoca parálisis muscular, es usada con fines médicos y estéticos. Su uso está cada vez más extendido en la dermocosmética a nivel mundial.
El bótox está indicado para tratar arrugas de la frente, arrugas periorbitarias (pata de gallo) y párpado inferior, arrugas del labio superior (código de barras) y del labio inferior, elevación de las cejas y glabela, arrugas de la nariz (bunny lines), sonrisa gingival, bandas platismales (arrugas del cuello), mentón con celulitis o mentón empedrado, surco nasogeniano (surcos que nacen en la comisura de la boca).
De acuerdo con el portal médico Cuidate Plus, estos son algunos de los efectos adversos de usar esta sustancia sin la supervisión de un profesional en salud.
- Los especialistas no recomiendan aplicar bótox por debajo del cuello, ni siquiera en personas mayores a 65 años.
- Las mujeres embarazadas no deben someterse a este tratamiento, y mucho menos quienes tengan o hayan reportado alguna vez alergia al complejo de la neurotoxina o a sus excipientes.
- La toxina botulínica tipo A puede causar cefaleas, náuseas, inflamaciones o parálisis facial, además si es usado junto a otros medicamentos puede interferir en su efecto.
- De forma muy extraordinaria y poco habitual, las personas que han pasado por este procedimiento pueden padecer problemas para hablar, tragar o respirar.
- En algunas ocasiones, su uso también está asociado a posibles caídas de las cejas y los párpados. Sin embargo, vale aclarar que este efecto no es muy común y suele resolverse de forma natural en las pocas semanas del inicio del tratamiento.
Además, hay ciertos efectos adversos que pueden estar presentes, aunque no es lo normal, tras la aplicación de la toxina botulínica, que son: dolor de cabeza, náuseas, dolor, inflamación o picor en la zona donde se ha inyectado el producto.
¿Cuánto dura el resultado?
En declaraciones a Europa Press, el doctor José María Triviño, licenciado de medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona, indicó que esta sustancia “actúa sobre las células musculares y bloquea su actividad, paralizando el músculo temporalmente”. Al minimizar la capacidad de movimiento, la piel no se estira ni se contrae, por lo que no se hacen visibles las arrugas de expresión.
La toxina botulínica, como cualquier otra sustancia biológica, pierde los efectos con el paso del tiempo.
En promedio, la parálisis muscular se crea al segundo o tercer día de la aplicación. Posteriormente, los efectos duran un periodo de entre cuatro y seis meses.
Pasados esos meses, el músculo recupera su actividad normal, las expresiones restauran su intensidad y, por el movimiento repetitivo, las arrugas regresan. Es por esta razón que las personas repiten el tratamiento.
La toxina botulínica tiene una duración aproximada de entre cuatro y seis meses. No obstante, a medida que se va realizando el tratamiento estos tiempos normalmente se alargan, pudiendo llegar a tener el efecto hasta el doble de tiempo.
¿Tiene otras finalidades además de la estética?
El bótox también se emplea en medicina como opción terapéutica para tratar la sudoración excesiva (hiperhidrosis), el estrabismo, la distonía, el bruxismo, el dolor miofascial, los problemas de vejiga hiperactiva y las cefaleas crónicas.
Si ya hay arrugas, ¿sirve de algo recurrir al bótox o habría que pensar en otros tratamientos como el relleno con ácido hialurónico o el lifting quirúrgico?
Absolutamente. Siempre sirve de algo recurrir al bótox para reducir arrugas que han aparecido por los signos de expresión. Aunque estas lleven mucho tiempo marcadas.
*Con información de Europa Press