Cualquier protuberancia anormal o área hinchada debajo de la piel podría calificarse como un bulto en la misma. Si bien a veces la persona que tiene esta afección puede preocuparse, la mayoría de estos son benignos, en especial si se mueven debajo de la piel con facilidad o si son blandos.

La Biblioteca de Medicina de Estados Unidos indica que las causas más comunes de protuberancias en la piel incluyen: lipomas, los cuales son bultos de grasa; ganglios linfáticos inflamados, generalmente en las axilas, el cuello y la ingle; quistes, tumores cutáneos benignos o forúnculos, que son protuberancias rojas y dolorosas. También pueden obedecer a lunares, abscesos, callos o incluso cáncer de piel.

Una de las protuberancias más comunes es el lipoma, un bulto de grasa de crecimiento lento que, la mayoría de las veces, se sitúa entre la piel y la capa muscular oculta. Por lo general, no duele y se mueve con facilidad al presionarlo ligeramente con los dedos.

Un lipoma no es cáncer y suele ser inofensivo. Por lo general, no se necesita tratamiento, pero si el lipoma molesta, es doloroso o crece, es recomendable extirparlo, dicen los expertos. Estos bultos de grasa se encuentran justo debajo de la piel. Suelen presentarse en el cuello, los hombros, la espalda, el abdomen, los brazos y los muslos.

Los lipomas suelen medir menos de cinco centímetros de diámetro, pero pueden crecer y en algunos casos pueden ser dolorosos.

Las causas que los generan no son claras, pero a veces hay una tendencia familiar al crecimiento de lipomas, por lo que se cree que existe un componente genético.

La obesidad también puede tener alguna injerencia. En las persona obesas aumenta la probabilidad de desarrollar lipomas, precisamente por tratarse de tumoraciones grasas. Se ha encontrado también una relación entre el consumo excesivo de alcohol o las enfermedades hepáticas y el desarrollo de este tipo de protuberancias.

Otros de los bultos en la piel son los quistes, que son un tejido membranoso que contiene líquido, aire u otras sustancias. Los quistes pueden crecer en casi cualquier parte del cuerpo o debajo de la piel, según indica el portal especializado Healthline.

La mayoría de los quistes son benignos o no cancerosos. Estas protuberancias pueden variar en apariencia dependiendo de su tipo y ubicación. Uno de los más comunes es el quiste epidermoide, que es benigno, pequeño, de crecimiento lento y se encuentra con mayor frecuencia en la cara, la cabeza, el cuello, la espalda o los genitales.

Estos quites por lo general son causados por una acumulación de queratina debajo de la piel, se ven como bultos del color de la piel, más oscuros o amarillentos llenos de material grueso; sin embargo, de acuerdo con la información de Healthline, pueden hincharse, enrojecerse y causar dolor si están infectados.

Los mezquinos en la piel son otro tipo de protuberancia. | Foto: Getty Images

También está el quiste sebáceo que, según el portal Sanitas.es, “es una bolsa que se forma bajo la piel y contiene una sustancia viscosa y grasa (sebo) rica en queratina, una proteína que forma parte de la capa más superficial de la piel, los pelos o las uñas. Generalmente se forma a partir de la inflamación de un folículo piloso o de un traumatismo cutáneo”.

De acuerdo con los especialistas, se localiza con mayor frecuencia en el cuero cabelludo, aunque también es habitual encontrarlos en la cara, la parte posterior de las orejas, la espalda o las piernas. Su tamaño es muy variable, aunque si no se elimina puede adquirir un volumen considerable y visible. Se caracterizan por una consistencia elástica pero firme y porque se mueven fácilmente bajo la presión de los dedos sin producir dolor.