La bursitis es una inflamación de la bolsa sinovial o bursa, tejido que actúa como una pequeña almohada y que está localizada en el interior de las articulaciones para evitar la fricción entre el tendón y el hueso. Para el caso de la bursitis en el hombro, el dolor se localiza en su parte superior y anterior, dificultando su movimiento.

Según la biblioteca médica MedlinePlus, este padecimiento es con frecuencia resultado de una sobrecarga. También puede ser causado por un cambio en el nivel de actividad, como el entrenamiento para una maratón o sobrepeso.

Entre los principales síntomas que pueden surgir cuando hay bursitis en el hombro es dolor en toda la articulación, especialmente en la parte superior; dificultad en levantar el brazo por encima de la cabeza, debilidad muscular y sensación de hormigueo en la zona. De acuerdo con Tua Sáude, para confirmar que realmente se trate de bursitis, el fisioterapeuta deberá palpar el hombro adolorido y pedir a la persona que se realice algunos movimientos específicos para evaluar el dolor. A su vez, el médico también podrá solicitar exámenes, como una radiografía o una resonancia magnética, con el fin de verificar la causas del dolor.

Ahora bien, la bursitis en el hombro puede ser causada por el uso en exceso de la articulación, especialmente cuando se ejecutan movimientos que elevan el brazo por encima de la línea de la cabeza, como ocurre en la natación. Según varios especialistas, los atletas, pintores y personal de limpieza son las personas más propensas a desarrollar esta enfermedad, debido a la práctica repetitiva de movimientos en sus rutinas de ejercicio. Otras de las causas más comunes de esta enfermedad son los movimientos bruscos que se dan en el día a día, como, levantar una maleta pesada, caerse en el piso, en incluso apoyar de forma incorrecta las manos.

A pesar de que cualquier persona puede padecer esta enfermedad, Mayo Clinic señala que existen algunos factores que pueden aumentar el riesgo:

Edad: Entre más edad existe un mayor riesgo de sufrir esta enfermedad, debido al desgaste de la articulación.

Los médicos especialistas aconsejan ingerir alimentos antiinflamatorios como la piña, la naranja y el salmón, para aliviar el dolor que genera esta enfermedad. | Foto: nebari

Profesión: El riesgo de sufrir bursitis en el hombro aumenta si el trabajo o pasatiempo requiere movimientos repetidos o presión en una bolsa sinovial determinada.

Otras afecciones: Ciertas enfermedades y trastornos generalizados, como la artritis reumatoide, la gota y la diabetes, aumentan el riesgo de padecer bursitis. Tener sobrepeso puede aumentar el riesgo de manifestar bursitis de cadera y rodilla.

Recomendaciones para aliviar el dolor producido por la bursitis en el hombro

  • Es importante mantener en reposo la articulación, evitando ir al trabajo o realizar algún ejercicio físico mientras se recupera el hombro.
  • Colocarse una bolsa con hielo o una compresa de fría en el hombro puede aliviar el dolor y ayudará a combatir la inflamación. Deberá utilizarla diariamente durante 20 minutos de 2 a 3 veces por día.
  • Los médicos especialistas aconsejan ingerir alimentos antiinflamatorios como la piña, la naranja y el salmón.
  • La fisioterapia es esencial, debido a que contribuye a que el tratamiento de la bursitis sea exitoso.

De igual forma, el portal Mejor con Salud recomienda algunos remedios naturales que pueden contribuir a reducir la molestia y el dolor generado por esta inflamación en las articulaciones.

  • El vinagre de manzana: Es ideal debido a que cuenta con propiedades antiinflamatorias y antibacterianas, tal y como afirma la investigación publicada en la revista Nature. Según ese estudio hecho por la Universidad de Bridgeport, en Estados Unidos, el vinagre de manzana también es recomendable para tratar problemas reumatoides.
  • El jengibre: Tiene propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y analgésicas muy recomendables, tal y como lo indica una investigación realizada por la Universidad de Ciencias Médicas Isfahan. Para preparar el tratamiento se requiere de tres cucharaditas de jengibre rallado, una gasa y media taza de agua caliente. Se envuelve el jengibre en un trozo de gasa, luego se sumerge en una taza de agua caliente durante dos minutos, se deja que se enfríe un poco y luego se coloca sobre la zona afectada durante 15 minutos. Se puede repetir dos o tres veces al día.