La colonoscopia es una de las pruebas diagnósticas más comunes. No solo va en aumento su importancia como herramienta de detección precoz, sino que también cobra cada vez más importancia debido al aumento de enfermedades del intestino, estómago y esófago.

El informe Guía clínica de calidad en colonoscopia y polipectomía explica que las principales razones de esto son no solo la introducción de programas de detección de cáncer colorrectal y la expansión de las opciones de diagnóstico y tratamiento, sino también la creciente conciencia pública sobre la salud y la tendencia a administrar estas pruebas con sedantes

Este procedimiento consta de una exploración visual de las cavidades del cuerpo humano, o canales internos, a través de un sistema de iluminación, lentes y un tubo con un canal de trabajo llamado endoscopio. Con respecto a la frecuencia para realizarse este examen, los expertos recomiendan cada tres, cinco o diez años tomándolo como un examen de rutina para evaluar la salud. Entre mayor sea la persona, se sugiere reducir el número de años entre cada procedimiento.

En condiciones normales, este procedimiento debería hacerse cada tres, cinco o diez años. | Foto: Getty Images

La excepción a la regla es cuando una persona tiene síntomas de alarma relacionados a la zona digestiva o luego de someterse a una extirpación de un pólipo, cambiando los chequeos a cada seis y doce meses.

Al ser insertada por la cavidad anal, es conocida como colonoscopia y observa la parte distal del intestino delgado. Su utilidad corresponde a un diagnóstico con alta exactitud, debido a que se pueden evaluar directamente diferentes órganos para detectar posibles cambios o se pueden tomar biopsias que se pueden analizar posteriormente.

Con la colonoscopia se pueden detener los sitios sangrantes, extirpar pólipos e incluso eliminar pequeños tumores, lo que permite anticiparse ante inminentes tratamientos. Bajo los fines diagnósticos, el procedimiento se solicita cuando un paciente se queja de síntomas alarmantes como dolor abdominal superior, especialmente pérdida de peso u otras complicaciones de corte digestivo, especialmente cuando se vuelven constantes tras cumplir los 50 años.

La colonoscopia permite revisar con cabalidad el estado de los intestinos. | Foto: Getty Images/iStockphoto

Por otro lado, la colonoscopia también se suele utilizar para las personas que tienen dificultad para tragar, los que continúan vomitando sin motivo justificado y los que han tenido diarrea durante tres meses o más tiempo. El procedimiento generalmente está estipulado para pacientes con sangrado gastrointestinal mínimo, anemia por deficiencia de hierro inexplicable o diarrea incontrolable.

Ahora bien, con respecto a los fines terapéuticos del procedimiento médico, la colonoscopia se realiza en personas con sospecha de hemorragia digestiva alta, cuerpos extraños deglutidos o lesiones susceptibles de resección o tratamiento. Las indicaciones son las mismas que el diagnóstico, relacionadas con reducir el sangrado gastrointestinal y eliminar los pólipos.

Cabe indicar que algunas personas tienen complicaciones como síndromes de cáncer hereditario, enfermedad inflamatoria intestinal y pólipos colónicos, que pueden requerir un seguimiento colonoscópico con frecuencia para hacerle seguimiento a la enfermedad.

Por otro lado, y haciendo énfasis en el procedimiento en caliente, es clave tener en cuenta que no se puede ingerir alimentos sólidos durante las seis u ocho horas previas a la exploración. En ese sentido, hasta seis horas antes de la prueba, se permiten líquidos claros, es decir, agua, pero se prohíben la leche y los jugos con pulpa.

La colonoscopia ayuda a detectar y eliminar pólipos, los cuales si se desarrollan terminan siendo perjudiciales. | Foto: Getty Images

De igual manera, es importante seguir la dieta recomendada de una alimentación baja en fibra durante tres días previo al del examen. El día anterior y el de la prueba, se recomienda beber solo líquidos claros y ayunar durante tres horas para que el resultado sea el más exacto posible.

Si el paciente esté siguiendo alguna medicación en concreto, normalmente no se obliga a dejar de ingerir los fármacos. Empero, hay excepciones cuando los medicamentos dificultan la formación de trombos en la sangre (antiagregantes y anticoagulantes). Esta clase de fármacos deben ser suspendidos varios días antes de la realización de la prueba, por el hecho que si se requiere extirpar algo, serían perjudiciales a la hora de realizar el procedimiento.

Una colonoscopia dura entre 30 minutos a una hora, con la posibilidad de alargarse si finalmente se debe realizar un procedimiento terapéutico adyacente por lo encontrado al interior del organismo. Posterior a la prueba y con el paciente nuevamente recuperado, la persona encargada le entregará un informe al paciente con los hallazgos, sentándose con él para explicarle las cosas buenas y las que hay que mejorar.

En caso de que se hayan recogido biopsias o extirpado pólipos, el especialista deberá junto con el paciente revisarlos en el microscopio, pero esos resultados saldrán más tarde.