La colelitiasis, más conocida como cálculos biliares, ocurre cuando se presentan residuos endurecidos de fluido digestivo que se forman en la vesícula biliar. Esto es lo que debe saber sobre esta complicación para prevenirla, reconocerla y atenderla.
Primero hay que recordar que la vesícula es ese órgano ubicado en la parte derecha del abdomen, debajo del hígado, que contiene bilis, fluido digestivo que se descarga al intestino delgado.
Los cálculos, de acuerdo con el sitio web de la Mayo Clinic, de Estados Unidos, pueden variar en tamaño y ser minúsculos como un grano de arena o alcanzar las medidas de una pelota de golf. Además, se indica que así como hay personas a quienes solo les aparece un cálculo, hay otras que pueden tener varios al mismo tiempo.
Y aunque no existen unas causas claras que lo ocasionen, si se ha identificado que se pueden originar cuando la bilis contiene demasiado colesterol o demasiada bilirrubina, o cuando la vesícula no se vacía de manera correcta.
Cuando aparecen los cálculos biliares no se presentan síntomas como tal, sin embargo lo que sí causa aparición de estas señales del cuerpo es cuando los cálculos se alojan en un conducto y provocan una obstrucción o bloqueo.
Si es ese el caso, se puede experimentar dolor repentino, que escala rápidamente en la zona donde está ubicada la vesícula, es decir en la parte derecha superior del vientre, o también en la parte central, debajo del esternón. Otros dolores que también pueden durar entre minutos y perdurar por horas, puede ser señal de cálculos, es dolor en la espalda entre los omóplatos, y dolor en el hombro derecho, además se pueden presentar náuseas o vómitos.
Es importante prestar atención a estos y otros síntomas, para poder acudir al médico a tiempo. Los expertos de la Mayo Clinic, señalan que si se presenta dolor abdominal que le impide sentarse derecho, o simplemente encontrar una postura cómoda, si identifica que su piel y la parte blanca de los ojos se han tornado amarillentos o si presenta fiebre con escalofríos, es indispensable acudir a un profesional de la salud.
Existen algunos factores de riesgo que lo pueden hacer más propenso a sufrir de cálculos biliares, como ser mujer, tener 40 años o más, tener sobrepeso, ser sedentario, estar embarazada, tener una dieta alta en grasas o colesterol, o una dieta baja en fibra. A esto se suma tener antecedentes familiares de cálculos, padecer diabetes o ciertos trastornos de la sangre, tomar medicamentos con estrógenos o de terapia hormonal y padecer enfermedades del hígado.
Aunque en la mayoría de los casos si los cálculos no causan síntomas, es indicador de que no necesitarán tratamiento. En caso de que se presenten agravamientos de los síntomas de obstrucción ocasionada por los cálculos, siempre es recomendable acudir al médico y practicar exámenes que indiquen cuál es el curso adecuado a seguir para tratarlos.
Una de las opciones es usar medicamentos recetados para ayudar al organismo a disolver los cálculos biliares. Este tipo de tratamiento para la eliminación de los cálculos puede llevar meses o años, y es probable que los cálculos biliares se vuelvan a formar si se interrumpe el tratamiento.
La segunda de las opciones es practicar una cirugía para extirpar la vesícula, en caso de que los cálculos biliares reaparezcan con frecuencia. Al extirpar este órgano, la bilis fluye directamente desde el hígado hasta el intestino delgado, en lugar de permanecer almacenada en la vesícula. Esto no afecta la capacidad para digerir la alimentación, aunque sí puede causar diarrea temporalmente.