De acuerdo con los datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el cáncer de próstata es uno de los diagnósticos oncológicos más comunes entre los hombres, pues representa el 8,6 % del total de casos identificados en la región de las Américas.
También tiene una elevada tasa de mortalidad porque se calcula que causa la muerte hasta del 14,6 % de los hombres que lo sufren.
En esa medida, es fundamental que los pacientes tengan en cuenta algunos datos que pueden facilitar el diagnóstico oportuno, que es una de las claves para mejorar los pronósticos. Entre otras cosas, identificar los factores que incrementan el riesgo de padecer este tipo de tumores y los síntomas que provocan puede resultar muy útil.
En total, la American Cancer Society hace referencia a cinco aspectos que pueden aumentar las probabilidades de que un hombre sea diagnosticado con cáncer de próstata. Tal vez uno de los más comunes es la edad.
“Es poco común que el cáncer de próstata afecte a los hombres menores de 40 años, pero la probabilidad de padecer cáncer de próstata aumenta rápidamente después de los 50 años. Alrededor de seis de cada diez casos de cáncer de próstata se detectan en hombres mayores de 65 años”, sostiene la organización sin ánimo de lucro.
Así mismo, señala que la raza y el grupo étnico también son un factor que debe tenerse en cuenta, pues afecta con mayor frecuencia a los hombres afrodescendientes y a los pacientes del Caribe.
“Cuando se desarrolla en estos hombres, ellos tienden a ser más jóvenes. El cáncer de próstata ocurre con menos frecuencia en los hombres estadounidenses de raza oriental y en los hispanos/latinos que en los hombres blancos que no son de origen hispano. No están claras las razones de estas diferencias raciales y étnicas”, agrega la American Cancer Society.
De otro lado, esa fuente médica indica que se trata de un padecimiento menos frecuente en algunos países. Por ejemplo, su diagnóstico es menos común en Asia, África, Centroamérica y Sudamérica, mientras que es más probable identificarlo en las islas del Caribe, el noroeste de Europa, Norteamérica y Australia.
Si bien puntualiza que los motivos de este fenómeno no están claros, explica que podría asociarse a que se hacen más pruebas en algunos países que en otros. También puede estar asociado a los hábitos alimenticios.
A su vez, hace referencia a los factores familiares. “Parece ser que el cáncer de próstata afecta más a algunas familias, lo cual sugiere que en algunos casos puede haber un factor hereditario o genético. Aun así, la mayoría de los cánceres de próstata ocurre en hombres que no tienen antecedentes familiares de este cáncer”, anota la American Cancer Society.
Por último, señala que también podrían entrar en la ecuación algunos cambios genéticos heredados, aunque indica que podría tratarse de un factor con menor incidencia. Puntualmente, cita los casos de hombres que tienen genes BRCA1 o BRCA2, los cuales también se asocian al riesgo de padecer de cáncer de seno y ovario en algunas familias.
También es fundamental que los pacientes tengan presentes cuáles pueden ser los síntomas que genera el cáncer de próstata para que puedan acudir al médico a tiempo.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por su sigla en inglés) informan que las personas con esta enfermedad pueden manifestar dificultades para comenzar a orinar, un flujo de orina débil o que se interrumpe, una necesidad de orinar con frecuencia que se intensifica en la noche, problemas para vaciar la vejiga por completo, sangre en la orina o el semen y dolor al orinar o eyacular.
Vale decir que estos síntomas pueden corresponder a otras afecciones que afectan las vías urinarias, por lo cual es clave acudir a una consulta médica para obtener un diagnóstico adecuado.
¿Cuáles son las opciones de tratamiento?
Una vez los médicos han constatado que, en efecto, un paciente está sufriendo de cáncer de próstata, pueden empezar a realizar pruebas para determinar en qué estadio se encuentra la enfermedad y si ha invadido otras partes del cuerpo.
“El proceso que se utiliza para determinar si el cáncer se diseminó dentro de la próstata o a otras partes del cuerpo se llama estadificación. La información que se obtiene del proceso de estadificación determina el estadio de la enfermedad. Es importante conocer el estadio para planificar el tratamiento. Con frecuencia, los resultados de las pruebas que se usan para diagnosticar el cáncer de próstata también se usan para estadificar la enfermedad”, resalta el Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos.
Esa fuente médica agrega que en ocasiones puede que el cáncer esté presente en áreas cercanas a la próstata, aunque también existe el riesgo de que entre en el sistema linfático y acceda a otras partes del cuerpo.
Algo similar puede pasar con la sangre, que también puede hacer que las células malignas lleguen a otros órganos y tejidos.
“Hay diferentes tipos de tratamiento disponibles para los pacientes de cáncer de próstata. Algunos tratamientos son estándar (tratamiento que se usa en la actualidad) y otros se están probando en ensayos clínicos. Un ensayo clínico de un tratamiento es un estudio de investigación con el fin de mejorar los tratamientos actuales u obtener información sobre tratamientos nuevos para los pacientes de cáncer”, explica el Instituto Nacional de Cáncer.
Y añade que en la actualidad hay por lo menos ocho tipos de tratamientos que se utilizan en los hombres diagnosticados con cancer de próstata.
Uno de ellos es el menos invasivo y se conoce como espera cautelosa, que consiste en la “observación minuciosa del estado del paciente sin administrar ningún tratamiento hasta que aparezcan signos o síntomas o estos cambien. Se administra tratamiento para aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida”, según el Instituto Nacional de Cáncer.
Esto se podría aplicar en adultos de edades avanzadas y que no muestran signos graves de esta u otras enfermedades.
También puede optarse por alternativas como una cirugía, una radioterapia con radiofármacos, la terapia hormonal, la quimioterapia, la terapia dirigida, la inmunoterapia y la terapia con bisfosfonatos.