“Hace un mes largo, después de una audiencia virtual en el Congreso (mi quinta reunión del día), subí una foto a Instagram. Aparecía malencarado, mirando hacia la pantalla y con una expresión a mitad de camino entre el desespero y la resignación, iba acompañada de una breve leyenda, ‘cansado del hpta Zoom’. Recibí cientos de mensajes, la mayoría de jóvenes agobiados por el encierro, la soledad y las viejas y nuevas responsabilidades. Me di cuenta, entonces, de que la paciencia colectiva estaba agotándose, que un encierro de muchas semanas nos afecta a todos de muchas maneras. Lea el informe especial de SEMANA sobre la salud mental en la cuarentena No me puedo quejar. He vivido el encierro sin penurias. Trabajo muchas horas, eso sí. La vida laboral y la vida doméstica, que antes tenían fronteras definidas, están ahora mezcladas de día y de noche. Uno ya no sabe cuándo está trabajando y cuándo descansando, que es otra forma de decir que uno nunca está descansando. Todos los días son iguales: de la pantalla a la cama y viceversa. En mi caso, pasear el perro se ha convertido en una especie de terapia diaria. Vea a Alejandro Gaviria en la serie de SEMANA, La Vida me enseñó
Casi todos quienes hemos sufrido una enfermedad seria nos convertimos en hipocondriacos. Tememos lo peor. Sabemos, por experiencia propia, que la salud es un equilibrio precario. Pasé los primeros días del encierro con una ansiedad permanente. Temía contagiarme. Leí obsesivamente los artículos médicos sobre los factores de riesgo. Conocía los síntomas uno a uno con obsesión clínica. Pero todo eso ha ido pasando. Salvo por un ganglio inflamado que me hizo temer una recaída del cáncer, no he vuelto a sentir ansiedad. Puede ser simplemente una forma de adaptación. "Casi todos quienes hemos sufrido una enfermedad seria nos convertimos en hipocondriacos. Tememos lo peor" Desde hace años sufro de un insomnio crónico que tiene sus picos agudos. Los primeros días del encierro dormí mejor, paradójicamente. No tenía que madrugar y eso me ayudó. Pero he vuelto a dormir regular. Trato de hacer ejercicio, pero no es suficiente. La sobredosis de pantalla y los cientos de mensajes sin responder, creo, me han vuelto a quitar el sueño. Tengo varios amigos psiquiatras. Me gusta hablar con ellos. Sus advertencias sobre los problemas de salud mental derivados del encierro no pueden ignorarse. La vida social es parte esencial de la vida. Si la perdemos, vamos perdiéndolo todo, poco a poco”. Cómo prevenir Según los psicólogos, en el transcurso de la pandemia casi todos experimentarán una alteración en su salud mental. La mayoría, sin embargo, serán pasajeras. Aquí algunos consejos para evitar secuelas a largo plazo.
- Hable de cómo se siente: ayudará a liberar la tensión y a ponerse en el lugar del otro.- Mantenga una rutina: ocupará su mente y le hará sentir que tiene control de su vida.- Fortalezca su red de apoyo: las llamadas constantes con amigos y familia reducirán el impacto de la soledad.- Coma sanamente: estudios han vinculado la comida chatarra con más riesgo de depresión.- Haga ejercicio: libera endorfinas, ayuda a la concentración y mejora el humor y la memoria.- Evite los excesos: comer y beber de más solo dan un alivio pasajero. A largo plazo pueden generar hábitos difíciles de dejar.- Descanse: el encierro cambió la forma de trabajar, pero es importante encontrar espacios para desconectarse.- Busque ayuda: si presenta síntomas permanentes como insomnio o falta de apetito o motivación es tiempo de consultar a un experto.