La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que en el 2020 hubo casi 10 millones de muertes a causa de cáncer, teniendo un registro de 2,26 millones de casos de cáncer de mama y 2,21 millones de pulmón.
De acuerdo con la entidad, “el cáncer se produce cuando células normales se transforman en células tumorales a través de un proceso en varias etapas que suele consistir en la progresión de una lesión precancerosa a un tumor maligno”.
Los factores de riesgo que salen a relucir en cualquier tipo de cáncer son el tabaco, la mala alimentación y la falta de ejercicio. Sin embargo, algunas infecciones crónicas se pueden ver asociadas con el cáncer de hígado, como por ejemplo:
- Infección por Helicobacter pylori: es una bacteria que infecta el estómago, que regularmente suele impactar a los menores de edad causando úlceras estomacales, explica la Clínica Mayo. Usualmente, el contagio se da a través de un contacto directo con personas infectadas.
- Infección por Epstein-Barr: la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, MedlinePlus, precisa que esta enfermedad, también conocida como “enfermedad del beso”, es provocada por el virus llamado Epstein-Barr, que se disipa en la saliva.
No obstante, la OMS, asegura que los virus de hepatitis B y C pueden incrementar el riesgo de contraer cáncer de hígado y cáncer de cuello uterino, ¿por qué?
La hepatitis B es una enfermedad hepática que se produce por la infección del virus hepatitis B que afecta las actividades principales del hígado. Una persona se puede infectar luego de haberse sometido a transfusiones de sangre, por ejemplo, ya que se transmite por medio de agujas o a través de relaciones sexuales sin protección.
La Clínica Mayo explica que la hepatitis C es una infección en la cual el hígado se inflama y es a partir de allí que se puede iniciar un posible cáncer. El tratamiento para contrarrestar este virus es el consumo de medicamentos orales que deben ser prescritos por un médico. Los síntomas que más se destacan en esta afección son la comezón, la fatiga, la orina, entre otros.
Es importante aclarar que el cáncer de hígado no necesariamente se vincula con las enfermedades ya descritas, sino que en algunos casos no necesita de afecciones preexistentes para pronunciarse.
Cáncer de hígado
El Instituto Nacional del Cáncer (NCI) precisa que el cáncer de hígado inicia con la formación de células en la estructura hepática, clasificándose en dos tipos: el carcinoma hepatocelular y el cáncer de vías biliares, mismos que se encuentran en el cáncer primario de hígado.
Los principales signos que una persona percibe tras el desarrollo de cáncer de hígado son: inflamación en el abdomen, dolor agudo en la zona, percepción de bultos, cansancio, náuseas, reducción del apetito, heces de color blanco y fiebre.
Por su parte, el centro especializado explica que el cáncer de hígado se desarrolla cuando las células hepáticas tienen mutaciones en su material genético (ADN), por lo que pueden tener un crecimiento no controlado y de ahí, observarse un tumor.
Algunos factores de riesgo del cáncer primario de hígado, pueden ser:
- Cirrosis: de acuerdo con la National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases, en la cirrosis el hígado está cicatrizado, lo que impide su funcionamiento normal, y puede empeorar su condición todo debido a problemas en el hígado. Asimismo, describe la fatiga y la comezón como los principales síntomas que experimentan las personas que padecen esta enfermedad, que se considera crónica.
- Enfermedad de hígado graso no alcohólica: no se asocia con el consumo de una bebida, sino que se presenta por el daño en las células de este órgano, causando, en algunos casos, fibrosis.