Desde que tiene uso de razón, Carlos Novoa, un joven de Magangué que está a punto de graduarse como ingeniero industrial, le ha ayudado a su papa a vender butifarra, negocio al que su familia se ha dedicado desde hace más de 30 años. A medida que iba creciendo, Carlos se convencía que su futuro era viajar por todo el mundo y conocer nuevas culturas. Un día de 2010 tuvo una conversación con su mamá en la que le manifestaba sus deseos. Ella le dijo: “pues, estudie mijo”.Ese consejo cambió la vida del adolecente. Sabía que las posibilidades de estudiar una carrera universitaria eran pocas. “Yo crecí en un ambiente vulnerable donde las oportunidades y los recursos económicos para sobresalir eran pocos. A diario me daba cuenta que mis papas no podían pagarme una Universidad. La verdad hasta el momento nadie de mi familia había entrado a la universidad”, cuenta Carlos.Un “nerdo” de corazónConsciente de que continuaría la tradición de su papa de vender butifarra, de la que se siente orgulloso, Carlos aprovecho cuanta actividad había en el colegio para aumentar sus conocimientos. Hizo parte de la selección de voleibol, participó en foros académicos, representó al colegio en olimpiadas de física, hizo teatro y fue uno de los alumnos más destacados de Navegantes de las Aguas Subterráneas, un grupo de investigación que perteneció al programa Ondas de Colciencias y que buscaba mejorar la calidad de las fuentes hídricas de Magangué. Carlos recuerda que con sus compañeros hicieron una propuesta para mejorar el suministro de aguas subterráneas en lugares del municipio donde no existía red de agua potable, con la que lograron participar en ferias de ciencia departamentales y regionales.Puede leer: Jóvenes santandereanos idean autolavado para el ganadoPero el reconocimiento académico que más llena de orgullo a este joven es haber quedado en 2012 entre los 10 finalistas de Supérate con el Saber, un programa del Ministerio de Educación que premia la excelencia académica. “Participé en el concurso sin mayores expectativas. En un principio quedé sorprendido cuando clasifiqué entre los 5 primeros puestos de Magangué, luego la sorpresa aumentó a media que iba pasando cada una de las fases. Gané la competencia departamental que se hizo en Montería, la zonal en montería y en a la nacional me ubiqué dentro de los 10 primeros puestos de alrededor 160.000 alumnos que participaron en todo el país.”De la desilusión a la esperanzaA finales de 2012 Carlos se gradúo de bachiller del Instituto Educativo San Mateo en Magangué. Con el sueño de estudiar medicina se presentó a la Universidad de Magdalena donde pasa, sin embargo la falta de recursos le impide matricularse. Pese a la oposición de su papá, pues él quería ayudarlo económicamente, Carlos se dedicó a lo que mejor sabía hacer: vender butifarra, mientras esperaba una mejor oportunidad para estudiar.A mediados de 2013 intentó comenzar su carrera de medicina en la Universidad de Cartagena, pero desafortunadamente no pasó. Se sentía frustrado, no podía creer que “tantos premios y reconocimientos obtenidos durante el bachillerato no hubieran servido de nada”. Por fortuna, al poco tiempo recibió la buena nueva. La Universidad Tecnológica de Bolívar lo llamó para decirle que había ganado la beca Premio Liderazgo Caribe. “Como la tecnológica no tenía medicina, -comenta Novoa- decido inscribirme en ingeniería industrial. Sentía que con esta carrera podía cumplir el sueño que he tenido desde niño: crear nuestra propia empresa de butifarra, una forma de retribuirle a mi familia todo el esfuerzo que hicieron por mi”Con una maleta con poca ropa y con las manos vacías Carlos llegó a Cartagena a vivir a donde su tía. Todos los días tenía que levantase a las 4:30 de la mañana porque ella vivía lejos de la universidad, razón por la decidió irse a vivir cerca de donde estudiaba. Sin embargo la decisión le acarreó más gastos que no podía cubrir su papa, así que en el tercer semestre decidió hacer un crédito de sostenimiento con el Icetex.Al igual que en el colegio durante sus años de universitario, Carlos también empezó cosechar triunfos. Su promedio nunca bajó de 4.0 y en 2015 obtuvo la beca Iberoamericana del Banco Santander que otorga 3.000 euros para que los estudiantes se vayan de intercambio académico durante un semestre. Carlos escogió la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais, en Brasil.La beca ColfuturoDe regreso a Colombia, Carlos se da cuenta que las becas son la mejor manera para cumplir su sueño de viajar. Es así como este año participó en la convocatoria de la beca de doble titulación que ofrece el Politecnico de Turín en Italia para hacer una maestría en ingeniería y gestión. Aunque es seleccionado, el estímulo sólo cubre la matrícula y el necesita dinero para manutenerse en la ciudad europea. De esta manera recurre a Colfuturo y obtiene el préstamo-beca con el que podrá mantenerse mientras estudia la maestría.Puede leer: ¿Cómo conseguir dinero para estudiar?Con orgullo Carlos dice: “miro hacia atrás y desde mis reconocimientos en el colegio hasta la beca de Cofuturo, he hecho todo con esfuerzo y a pulso”. Él sabe que gracias a su disciplina ha logrado conquistar sus sueños, por eso quiere que los niños jóvenes de su natal Magangué sigan su ejemplo. Quiere convertirse en ese símbolo de que los sueños si se pueden cumplir. Además de construir su fábrica de butifarra, él quiere crear una fundación para que los niños de su pueblo se animen a estudiar y a interesarse por la ciencia y la innovación.