Llevar una alimentación saludable y nutritiva, además de realizar ejercicio, son dos aspectos clave en el estilo de vida de cualquier persona y en cualquier momento de la vida. Incluir frutas, verduras, productos integrales y proteínas magras es lo que recomiendan los especialistas.
Precisamente, uno de los nutrientes que no debería faltar en la dieta son las proteínas. “El organismo necesita las proteínas de los alimentos para fortalecer y mantener los huesos, los músculos y la piel”, precisa la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Éstas se obtienen principalmente de productos como la carne, los lácteos, las nueces y algunos granos o guisantes. “Las proteínas de la carne y otros productos animales son completas, es decir, suministran todos los aminoácidos que el cuerpo no puede producir por sí mismo. La mayoría de las proteínas de las plantas son incompletas, por lo que se requiere combinar distintos tipos de plantas cada día para obtener todos los aminoácidos que el cuerpo requiere”, precisa la citada fuente.
En esta línea, la carne es un alimento clave para incluir en la alimentación. Pero, es importante tener claro que su consumo en exceso y la forma como se prepare o se cocine incide en la salud.
Según información de la Fundación Mapfre, de España, las carnes rojas, así como las vísceras del ganado vacuno, contienen más hierro que las blancas, pero también son más ricas en grasa y purinas, una sustancia que contribuye a la formación de ácido úrico, por ejemplo.
Un artículo publicado en el diario digital Business Insider y escrito por Lia Tabackman, asegura que la carne roja tiene mayores niveles de grasas saturadas que la blanca y el consumo en exceso de estas grasas está relacionado con enfermedades cardíacas, por ello es clave tener en cuenta su modo de cocción, pues este puede afectar la calidad y salubridad.
Información del portal Maneras de Adelgazar, indica que cocinar la carne adecuadamente mata bacterias dañinas como Salmonella y E. coli, que pueden causar intoxicación alimentaria. Sin embargo, en este proceso también se puede reducir su capacidad antioxidante y la cantidad de nutrientes, si no se realiza de manera adecuada y por el tiempo indicado.
“Calentar la carne a altas temperaturas durante períodos prolongados puede provocar la formación de compuestos dañinos que aumentan el riesgo de enfermedades”, precisa la citada fuente.
Asar y hornear
Estas son formas similares de cocinar con calor seco. Este tipo de cocción difiere de los métodos de calor húmedo, donde la carne se cocina en agua u otro líquido. Son técnicas que aplican tanto para las carnes rojas como blancas.
Las temperaturas para asar y hornear varían de 149 a 218 ° C y el tiempo de cocción puede oscilar de 30 minutos a una hora o más, según el tipo y corte de carne. Estas formas de preparar la carne evitan la pérdida de vitaminas; pero es importante tener claro que los tiempos de cocción no deben ser tan largos.
Por el contrario, la cocción al vapor, los hervidos o los guisados (métodos de cocción a temperaturas de hasta 100°C, pero durante más tiempo), no son muy recomendados ya que generan una mayor pérdida de algunas vitaminas solubles en agua, precisa el portal Consumer, de España.
Al respecto, el sitio web Directo al paladar, recomienda realizar preferentemente cocciones a temperatura moderada, para evitar la pérdida de gran cantidad de líquidos de la carne así como de nutrientes y conservar al máximo su sabor y sus propiedades.
También es clave limitar las frituras no sólo porque su elevada temperatura puede propiciar el desarrollo de sustancias tóxicas, sino también, porque la cocción en grasa fomenta la pérdida de vitaminas liposolubles así como de algunos minerales propios de las carnes y suma calorías y grasas.
Dados los posibles riesgos para la salud de un consumo inadecuado de carne, el instituto de investigación Mayo Clinic aconseja sustituir, especialmente la carne roja, por pescados como el salmón, el atún y las sardinas, que son ricos en ácidos grasos omega-3, los cuales pueden prevenir las enfermedades cardíacas. Es importante evitar el pescado frito y aquel con altos niveles de mercurio, como la caballa gigante.