Muchos padres aún utilizan las palmadas y castigos físicos como método de educación. Pero un nuevo estudio reitera que dicho hábito, en lugar de formar, resulta contraproducente para el desarrollo de los pequeños.Investigadores de las universidades de Texas y Michigan, en Estados Unidos, analizaron datos de 160.000 niños y encontraron que los que recibieron nalgadas son más propensos a desarrollar problemas cognitivos, rasgos antisociales, desórdenes de salud mental y baja autoestima en la edad adulta. Y, por el contrario, no encontraron evidencia de que los azotes tengan efecto positivo alguno. Por eso recomiendan a los padres buscar otras formas de impartir disciplina. El estudio apareció en Journal of Family and Psychology.