El helado es para muchas personas un gran placer gastronómico, es una gran alternativa de postre que además se puede encontrar en gran variedad de sabores. Sin embargo, muchos de los consumidores de este producto experimentan al comer helado una sensación de dolor, que muchas veces se expresa como una forma de “congelamiento” del cerebro ¿Qué le sucede al cuerpo en esos casos?

De acuerdo con la Clínica de Cleveland el término científico para este tipo de fenómeno es ganglioneuralgia esfenopalatina y sucede con mucha más frencuencia en los niños. | Foto: Foto: Getty Images

¿Qué es?

Este es un dolor o molestia que no durará más de cinco minutos y que normalmente se siente justo detrás de la frente. La doctora de Harvard Celeste Robb Nicholson lo explica en las siguientes palabras, según recoge el diario de España La Vanguardia: “se denomina cefalea del helado o cefalea por estímulos fríos y le ocurre a algunas personas al ingerir muy rápido alimentos o bebidas frías”.

Esta sensación fue descrita por primera vez en 1988, por la Sociedad Internacional de Dolor de Cabeza. En ese momento la condición fue reconocida formalmente como “dolor de cabeza por estímulo frío”. | Foto: Getty Images

De acuerdo con la Clínica de Cleveland, el término científico para este tipo de fenómeno es ganglioneuralgia esfenopalatina y sucede con mucha más frecuencia en los niños, dado que la forma más usual en que pase es después de comer el helado a gran velocidad.

Esta sensación puede ser más común en las personas que sufren migraña.

Esta sensación fue descrita por primera vez en 1988, por la Sociedad Internacional de Dolor de Cabeza. En ese momento la condición fue reconocida formalmente como “dolor de cabeza por estímulo frío”.

¿Por qué ocurre este fenómeno?

La explicación de este hecho es que en realidad el cerebro no se congela. Lo que sucede es que los receptores del dolor situados cerca de los vasos de la garganta detectan cierta incomodidad ante una sustancia helada, dado que se contraen y dilatan a gran velocidad, y envían una señal al cerebro, a través del nervio trigémino, que es entendida como una señal de que el “cerebro se congeló”.

Esta sensación puede ser más común en las personas que sufren migraña. | Foto: ma-k

“Muchos expertos consideran que ocurre cuando una sustancia fría toca el paladar o la parte trasera de la garganta provocando que los vasos sanguíneos se encojan y dilaten rápidamente” aclara Rbb Nicholson.

El nervio trigémino envía normalmente señales de estímulos fríos a la cabeza. De esta forma el cerebro entiende que la sensación de congelamiento es justamente en la cabeza: “Es lo que se denomina ‘dolor referido”, dice Nicholson.

Dolor inofensivo

En el año 2012, un grupo de investigadores de Harvard, liderados por el Doctor Jorge Serrador estudiaron la sensación de “congelamiento del cerebro” y sus posibles efectos.

De acuerdo con los resultados que encontraron los investigadores, en el momento en que las personas del estudio manifestaban que sentían el dolor, aumentaba el riego sanguíneo en arteria situada en el cerebro y poco después, cuando desaparecía, la arteria volvía a contraerse.

Esto permite concluir que el efecto del “congelamiento del cerebro” no implica riesgos para la salud, más allá de la sensación temporal de molestia.

¿Cómo evitarlo cuando sucede?

Una vez ha sucedido es recomendable interrumpir por un momento el consumo del alimento que haya provocado ese efecto, que si bien puede ser helado, también puede darse con malteadas, hielo o líquidos muy fríos.

Una recomendación es presionar la lengua o el pulgar contra el paladar para transferir calor e interrumpir la molestia.

Una opción diferente es comenzar a consumir otro líquido que esté al clima o caliente, para cambiar el efecto de “congelamiento”.

¿Cómo prevenir que suceda de nuevo?

Aunque esta sensación no tiene efectos a largo plazo ni implica complicaciones para la salud, para algunas personas puede ser una sensación muy molesta.

Algunas formas de evitarlos son: evitar congelar alimentos y bebidas, comer y beber siempre las cosas muy frías de manera muy lenta y usar una barrera contra el aire frío, como una bufanda, al momento de consumirlas.