Desde hace algunos meses los científicos saben que los diabéticos son una población de riesgo frente a la infección de covid-19. Por un lado, la enfermedad debilita el sistema inmunológico, encargado de combatir las infecciones que atacan al cuerpo. Y por otro, debido a que una persona con diabetes presenta altos niveles de azúcar en sangre, hay más probabilidades de que sus síntomas empeoren. La razón es que el nuevo coronavirus puede prosperar mejor en un entorno de glucosa elevada en la sangre. Pero ahora, un reciente artículo, publicado en la revista ‘Nature‘, sugiere que el propio virus puede desencadenar la enfermedad. El informe relata el caso de un estudiante de 18 años en Alemania que fue diagnosticado con coronavirus a mediados de abril. El joven pensó que había soportado la infección ileso, pero días después comenzó a sentirse agotado y extremadamente sediento. “A principios de mayo le diagnosticaron diabetes tipo 1 y su médico, Tim Hollstein, del Hospital Universitario Schleswig-Holstein de Kiel, sugirió que la aparición repentina podría estar relacionada con la infección viral”, escriben.

Lo mismo le sucedió a una paciente en China, que pese a tener una buena salud, presentó una diabetes severa de reciente aparición, denominada cetoacidosis, después de contraer la covid-19. Estos y otros casos más han hecho sospechar a los científicos que el SARS-CoV-2 podría dañar las células productoras de insulina y, como consecuencia, desencadenar la enfermedad.  Por eso, un grupo internacional de 17 expertos en diabetes, publicó una carta en el ‘New England Journal of Medicine‘ el mes pasado en el que advierten sobre la necesidad de investigar a profundidad el tema. Entre sus argumentos también está que varios virus, incluido el que causa el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), se han relacionado con afecciones autoinmunes como la diabetes tipo 1.

Antes de la pandemia actual, Asia oriental experimentó el brote de esta enfermedad (2002-04), que también fue causado por un coronavirus. En ese entonces, los investigadores documentaron casos de inicios de diabetes aguda en personas con neumonía por SARS, que no se observaron en aquellos con neumonía por otras causas. Sin embargo, nunca se demostró que la enfermedad causara diabetes por sí misma.  Pero ahora que los científicos ven un comportamiento similar con el SARS-CoV-2, creen que la hipótesis podría ser válida. Los coronavirus responsables de los brotes actuales y anteriores comparten una forma similar de ingresar a las células: usan una proteína llamada ACE2 para infectarlas. Y las investigaciones han demostrado que esta no solo se encuentra en los pulmones, sino también en los órganos y tejidos involucrados en el metabolismo de la glucosa, como el páncreas, el intestino delgado, el tejido adiposo, el hígado y el riñón. Los científicos creen que al ingresar en estos tejidos, el virus puede causar disfunciones múltiples y complejas de la glucosa.

“La distinción es que se ve que hay un aumento de episodios de glucemia en esos pacientes que no se conocían diabéticos, pero aún quedan muchas dudas”, explica a SEMANA Roberto Franco Vega, endocrinólogo y profesor titular de la facultad de medicina de la Universidad Nacional. La principal tiene que ver con que se necesitan investigaciones más amplias que vinculen a la covid-19 como causa directa de la enfermedad. Eso no es tan fácil, pues como explica Franco, antes de que existiera el nuevo virus ya era común y corriente que luego de una neumonía los pacientes desarrollaran diabetes. “Los episodios infecciosos severos generan mucho estrés en el cuerpo, lo que hace que la célula beta agote sus últimas reservas y dispare la diabetes”, afirma. En ese sentido, la actual evidencia es muy débil para asegurar que el propio virus —y no el estrés infeccioso severo— es el que lleva a la destrucción de las células productoras de insulina.  

A esto se suma el problema del subdiagnóstico. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que alrededor de 442 millones de adultos tienen diabetes en el mundo. Es decir, una de cada 11 personas. Sin embargo, la mitad desconoce su condición, según datos de la Federación Internacional de la Diabetes. Por eso, muchos de los casos sospechosos que analizan los investigadores podrían obedecer a personas que ya tenían la enfermedad pero no estaban al tanto. Para resolver ese misterio, investigadores de todo el mundo ya pusieron una iniciativa en marcha. Se trata de una base de datos global llamada CoviDIAB que recopilará de forma colaborativa la información sobre personas con covid-19 y niveles altos de azúcar en la sangre que no tengan antecedentes de diabetes o problemas para controlar su azúcar en la sangre.

El registro también incluirá pacientes con diabetes preexistente que se presentan con un trastorno metabólico agudo severo. Dada la corta historia de infección humana con el SARS-CoV-2, los científicos creen que será útil comprender cómo se desarrolla la diabetes relacionada con el covid-19. Como podría ser una enfermedad que no tenga cura a largo plazo, el trabajo daría pistas sobre la atención más adecuada de estos pacientes durante y después de la infección.  Así las cosas, el mecanismo exacto por el cual el virus influye en el metabolismo de la glucosa aún no está claro y los científicos todavía no saben si la manifestación aguda de diabetes en estos pacientes representa el tipo clásico 1, tipo 2 o posiblemente una nueva forma de diabetes. Solo los estudios a largo plazo revelarán lo que realmente está sucediendo.