La flora intestinal o microbiota, como también se le conoce, es un conjunto de microorganismos que ayudan a cuidar la salud no solo de los intestinos, sino del cuerpo, en general. “Está compuesta por aproximadamente cien billones de bacterias beneficiosas, una cifra diez veces mayor que el número de células presentes en nuestro cuerpo”, precisa el portal Cinfasalud, de España.
Estos microorganismos cumplen funciones esenciales a tal punto que, según los expertos, la existencia de las personas sería muy complicada sin la presencia de los mismos. La microbiota se encarga de defender al cuerpo frente a bacterias, virus o enfermedades, asegura el correcto funcionamiento del sistema digestivo y colabora en la producción de vitaminas y la correcta absorción de minerales.
De acuerdo con Cinfasalud, la flora intestinal se puede alterar por diversas razones, entre ellas, una dieta pobre en fibra y el exceso de carnes, grasas y azúcares. Adicionalmente, malos hábitos de vida como el sedentarismo, el estrés, el alcohol y el tabaco también pueden afectarla.
A esto se suma la edad, que constituye otro factor de riesgo. “Fundamentalmente, a partir de los sesenta años desciende el número de bacterias beneficiosas. Esta es una de las razones del aumento de enfermedades, infecciones y síntomas digestivos como el estreñimiento, en este grupo de población”, precisa Cinfasalud.
Otros de los factores que pueden alterar la microbiota son las infecciones víricas o bacterianas, tratamientos como radioterapia o cirugía, algunos medicamentos como los antibióticos y los desplazamientos largos que en algunas oportunidades generan alteraciones, ya sea por condiciones higiénicas o por la alimentación.
Para cuidar la microbiota es necesario prestar especial atención a los alimentos que se consumen, algunos de los cuales son especiales para cumplir con este objetivo.
Alimentos fermentados: estos productos son considerados vivos y ayudan a mantener una microbiota intestinal sana. Uno de ellos es el kéfir, una bebida que se puede preparar con agua, y aporta una gran diversidad de microorganismos que favorecen la regeneración de la flora intestinal, según información del portal Cuerpo Mente.
El yogur también forma parte de estos alimentos. Es recomendado porque contiene lactobacilos, que también son bacterias y ayudan a restaurar el equilibrio de la flora intestinal cuando en el organismo se reduce el nivel de microbiota o no hay una gran diversidad. Sin embargo, una de las recomendaciones de los expertos es que se consuma de la manera más natural que sea posible para evitar otras afecciones de salud.
Jengibre: información del blog de la EPS Famisanar, indica que gracias a su poder antibacteriano, el jengibre resulta un gran aliado para cuidar la flora intestinal y reducir las alteraciones que se pueden presentar en la misma. Adicionalmente, actúa como antibiótico para combatir las bacterias infecciosas e incrementar el buen estado de la microbiota.
Manzanas: estas frutas son una buena fuente de carbohidratos y también fibra, que sirven como sustrato para la microbiota; es decir, que puede alimentarse de esta. De acuerdo con la información de Famisanar, las manzanas contienen pectina, un tipo de fibra soluble y un alimento ideal para las bacterias de la flora intestinal. Una de las recomendaciones es consumirlas con cáscara, pues la mayor parte de la fibra se encuentra en la piel de la fruta.
Semillas de chía: son ricas en fibra, proteínas, potasio, calcio, hierro, manganeso, vitaminas B y ácidos grasos omega-3, asegura la publicación de Cuerpo Mente, escrita por Marta León. Una cucharada de semillas de chía en el desayuno o con una ensalada es una buena opción para incrementar el consumo de fibra a diario.
Fríjoles: este alimento es rico en proteínas, fibras y vitaminas. “Son óptimos para reducir los ácidos estomacales, potenciar la flora intestinal y favorecer el incremento de energía”, asegura el blog de Famisanar.