El hígado graso, conocido también como esteatosis hepática, es una condición que se produce cuando los ácidos grasos y triglicéridos se retienen de forma excesiva en las células hepáticas.
El hígado es el órgano más grande dentro del cuerpo. Tiene como función ayudar a digerir los alimentos, ayudar a almacenar la energía y a eliminar las toxinas del cuerpo. Aunque se desconocen las causas del hígado graso, los especialistas han detectado que es más común en personas que tienen diabetes tipo 2 y prediabetes, obesidad, mediana o avanzada edad; se presenta en quienes padecen de colesterol alto o presión arterial alta, toman corticoides, tienen trastornos metabólicos o pierden peso de manera rápida.
Aunque la mayoría de los casos son asintomáticos o solo se manifiestan cuando se convierte en un problema de mayor cuidado, es posible detectarlo por la presencia de intensos dolores de cabeza, por mala digestión y sensación de inflamación en la zona donde esta ubicado el hígado. Este es un problema reversible y depende en su mayoría de una buena alimentación y de la reducción de grasas en la dieta, así lo explicó el portal web de medicina Medline Plus.
El portal de salud y belleza Mejor con Salud brinda algunas opciones de frutas que pueden ayudar a mejorar la condición. Cabe mencionar que si se padece de esta condición, se debe consultar con un médico especialista para organizar una dieta apropiada para cada persona.
Tamarindo
Esta fruta es rica en fibra y los especialistas recomiendan incluirla en las dietas para bajar de peso. La fibra del tamarindo se mezcla con los jugos gástricos, hinchándose y reduciendo las ganas de continuar comiendo.
Esta fruta también tiene propiedades antioxidantes, esto es importante ya que las células pueden dañarse cuando los nutrientes no se descomponen de manera adecuada, contribuyendo así a la acumulación de grasa en el hígado. Justamente, los antioxidantes pueden ayudar a proteger a las células de dicho daño.
Limón
Este cítrico es rico en vitamina C y cuenta con propiedades antioxidantes. Consumir limón podría ayudar a proteger el hígado de lesiones inducidas por alcohol. Por otra parte, se cree que ayuda a que las digestiones surjan de manera más fácil, porque sus ácidos colaborarían en la descomposición de los alimentos en el estómago.
Pera
Es una fruta rica en agua. Además, tiene un alto contenido de levulosa o fructosa, que es un azúcar que se encuentra en algunas frutas y vegetales. Contiene tanto fibra insoluble como soluble, lo que favorece la regulación de la función intestinal, combatiendo así el estreñimiento.
La pera tiene efectos antioxidantes y antiinflamatorios. Cabe mencionar que dos peras al día cubren el 20 % de la ingesta diaria recomendada de vitamina C, cerca del 10 % de la de ácido fólico y una buena dosis de vitamina del complejo B (B1, B2 y en menor proporción B3 y B6) y vitamina E.
Fresas
Esta fruta es rica en fibra, contiene vitamina C y sustancias antioxidantes que protegen el organismo ayudando a fortalecer el sistema inmune.
Sus ácidos orgánicos tienen una acción antiséptica y antiinflamatoria; por esta razón, podría ser interesante incluir las fresas en la dieta para mejorar la condición del hígado graso. Esta fruta es, además, muy rica en agua, por lo que ayuda a evitar las temidas retenciones de líquidos.
Se recomienda consumir unas siete u ocho fresas al día. Con esta fruta se pueden hacer ricos zumos o incluso preparar un té de fresas.
Zumo de melón y semillas de papaya
A la combinación de zumo de melón y semillas de papaya se le atribuyen beneficios que permiten la absorción intestinal de las grasas y las vitaminas, además de eliminar las sustancias tóxicas y el exceso de colesterol.
El zumo se puede elaborar con dos rodajas de melón, dos semillas de papaya y un vaso de agua. Se deben poner todos los ingredientes en una licuadora, se deben triturar hasta que tenga una textura adecuada para ingerirlo. Antes de consumirlo es mejor consultar con un médico que apruebe su uso.