La eterna juventud y una vida plena pueden ser temas que trasnochen a una parte de la humanidad. Y para fortuna de esta raza, la ciencia ha ido descubriendo aspectos clave que ayudarían, no a vivir para siempre, pero sí a extender ese tiempo y a lograr que sea de la mejor calidad posible.
Por ejemplo, el estudio publicado por el Colegio Americano de Cardiología, junto con el Congreso Mundial de Cardiología, reveló que seguir un buen sueño, agrega 4,7 años a la esperanza de vida de un hombre y casi 2,5 años a la de una mujer.
“Observamos una clara relación dosis-respuesta, por lo que los factores más beneficiosos que tiene una persona en términos de tener una mejor calidad de sueño, también tienen una reducción gradual de todas las causas y la mortalidad cardiovascular”, aseguró el investigador de la Facultad de Medicina de Harvard, Frank Quian.
También hallaron que quienes logran un buen descanso tienen menos probabilidades de morir prematuramente. Y que es muy posible que alrededor del 8% de las muertes por cualquier causa se puedan atribuir a patrones de sueño deficientes.
“Creo que estos hallazgos enfatizan que simplemente dormir las horas suficientes no es suficiente. Realmente tienes que tener un sueño reparador y no tener muchos problemas para conciliar el sueño y permanecer dormido”, argumentó Quian.
Con esos datos que confirman el porqué de las recomendaciones para cuidar el sueño, los académicos identificaron cinco factores que inciden y demuestran un sueño reparador que beneficie la calidad y duración de la vida.
“Si las personas tienen todos estos comportamientos de sueño ideales, es más probable que vivan más tiempo. Entonces, si podemos mejorar el sueño en general, y la identificación de los trastornos del sueño es especialmente importante, podemos prevenir parte de esta mortalidad prematura”, añadió Quian.
Los factores son:
- La duración ideal del sueño debe ser de siete a ocho horas por noche,
- La dificultad para conciliar el sueño no más de dos veces por semana.
- La dificultad para permanecer dormido no más de dos veces por semana.
- No usar ningún medicamento para dormir.
- Sentirse bien descansado después de despertarse al menos cinco días a la semana.
Los cinco hábitos que ayudarán a cualquier persona a ser más inteligente
¿Qué es ser inteligente? Esa puede ser una buena pregunta para comenzar con un tema que cada día es más debatido y genera un cuestionamiento hasta filosófico. Pero para evitar un panorama tan amplio es bueno comenzar por la etimología de la palabra.
“El término inteligencia proviene del latín intelligentĭa, que a su vez deriva de inteligere. Esta es una palabra compuesta por otros dos términos: intus (“entre”) y legere (“escoger”). Por lo tanto, el origen etimológico del concepto de inteligencia hace referencia a quien sabe escoger: la inteligencia permite seleccionar las mejores opciones para solucionar una cuestión”, explica la Junta de Andalucía.
Pero esta puede ser una definición de inteligencia, porque al respecto se ha estudiado bastante y hay gran cantidad de teorías que intentan explicar qué es.
“El concepto de inteligencia está directamente relacionado con nuestra capacidad intelectual, así como nuestras habilidades para el razonamiento verbal, espacial y numérico. Sin embargo, esta definición, pese a verse reflejada con frecuencia en el desempeño académico de los individuos, deja de lado aspectos como el manejo de las emociones y las relaciones sociales, las cuales también juegan un papel importante en la forma en que los seres humanos resolvemos problemas”, explica la Universidad Eafit.
Ahora, es clave comprender que hay diversas teorías sobre la inteligencia.
- Teoría de las inteligencias múltiples: fue propuesta por Howard Gardner, quien afirmó que las personas tienen competencias específicas en diversas áreas, además del razonamiento lógico-matemático. De esta manera, también existen las inteligencias musical, corporal, espacial, lingüística, naturalista e interpersonal.
- Teoría de la Inteligencia Fluida: la desarrolló el psicólogo británico Raymond Cattell y se refiere a cómo los individuos utilizan a su favor saberes que han obtenido en su proceso de desarrollo para resolver problemas a los cuales nunca se habían enfrentado. “Para eso, se necesita razonamiento, capacidad de análisis y habilidad para extrapolar conceptos que permitan abordar nuevos problemas de manera innovadora. En otras palabras, según esta definición, la inteligencia no es saber mucho, sino saber qué hacer con lo que se sabe”, detalla la institución educativa.
- Teoría de los tres estratos de la inteligencia: su ponente es Jhon B. Carroll, quien reunió trabajos previos de autores como Charles Spearman, Louis Leon Thurstone y el mismo Raymond Cattel. Aquí aseguran que la inteligencia está formada por tres estratos: el primero (los más simples), el segundo (los más complejos), y el tercero (el más general)