Comer es uno de los grandes placeres de la vida y la mayoría de seres humanos disfrutan mucho todas las comidas esenciales del día: el desayuno, el almuerzo y la cena. A veces una más que otra, siendo complementadas con algunos platos más pequeños que se ingieren a ciertas horas.
Sin embargo, muchos se exceden saciando su apetito con alimentos que no tan saludables y no ayudan a la buena nutrición.
Sin embargo, existe un pequeño grupo de personas que no sienten la necesidad de comer, e incluso ni siquiera desean tenerla.
Y esto puede ser un síntoma de alguna enfermedad y un problema en sí mismo, pues no ingerir alimentos acarrea toda una serie de problemas que pueden, finalmente, afectar la salud de forma definitiva.
Pero la pregunta principal es: ¿por qué no hay apetito? Varios teóricos, científicos y médicos se han dedicado a estudiar este fenómeno y han sacado conclusiones que a hoy dan luces de cómo contrarrestar la falta del deseo de comer.
Pero, antes de mencionar las causas del no querer comer, hay que definir esta sensación. “La inapetencia es un trastorno que consiste en la falta de apetito; puede ser continuo o momentáneo. Puede tener varias causas, algunas patológicas, y acarrear consecuencias graves. A menudo produce una pérdida de peso repentina que puede producir un debilitamiento tanto físico como psicológico”, indica el diccionario médico Top Doctors de España.
Teniendo esto claro, hay cinco causas que pueden generar la inapetencia en una persona y no necesariamente son asuntos internos del cuerpo, el ambiente del individuo e incluso el contexto en el que se desenvuelve también influyen en las ganas de comer.
Enfermedades
Sin duda alguna, el cuerpo y la mente pierden apetito cuando están batallando contra alguna enfermedad, pues sus energías y anticuerpos están enfocados en el mal que está atacando e incluso puede suceder que algunos de los órganos implicados en el proceso del hambre y la digestión sean los afectados, lo que desemboca en la falta de apetito. “Algunas de las principales razones están más relacionadas con enfermedades, como un resfriado o algunos problemas gastrointestinales”, dice Kacie Vavrek, RD, de la Universidad Estatal de Ohio, para la revista Mens Health.
Estrés
Aunque es cierto que este mal generalmente aumenta el apetito, la revista científica Harvard Health publica que hay una forma en la que el estrés hace todo lo contrario, quitar el deseo de comer. Y se da cuando el cuerpo secreta una hormona llamada epinefrina, más conocida en el mundo como la adrenalina, la cual hace desaparecer el hambre de forma momentánea.
Ahora, si el estrés perdura el cuerpo empieza a liberar cortisol, que en efecto hace que la persona sienta hambre.
Medicamentos
Es muy simple. Muchos medicamentos tienen efectos secundarios como somnolencia, náuseas, dolores de cabeza, gastritis y, en efecto, pérdida de apetito. Por eso, es muy importante mirar las instrucciones y la información que cada uno trae en su caja o dentro de esta, para conocer si se irán las ganas de comer al consumirlo.
Clima
Aunque suene un poco descabellado, el clima también influye en las ganas de comer y es precisamente el verano o las latas temperaturas las que hacen que algunas personas bajen su apetito y prefieran menos comida, platos más ligeros y prioricen las bebidas o batidos frescos. “Los ambientes calientes pueden suprimir el apetito donde los ambientes fríos pueden aumentar su apetito”, añade Vavrek.
Comida en exceso
Suena cómico y redundante, pero el trasfondo va más allá de algo obvio, pues muchos se exceden en las porciones de sus comidas y esto puede generar dos males: que el estómago se acostumbre a esa cantidad y empiece a pedir más comida para saciarse. O, todo lo contrario, que por tener una llenura prolongada se omitan las comidas siguientes y así se genera un desorden en el metabolismo, que también es perjudicial para la salud a largo plazo.