Septiembre tiene una connotación especial para la salud auditiva. El 19 de este mes es el día mundial de la lucha contra la sordera y los especialistas advierten que la población más joven, entre los 12 y 35 años, se convierten en el foco de preocupación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pues son quienes más fallas de este sentido presentan.

Las razones principales son: uso indebido de dispositivos tecnológicos, causas congénitas, pérdida súbita de la audición y efecto posterior al padecimiento de covid-19.

Producto del coronavirus se presentaron afectaciones a los síntomas olfativos y gustativos, pero también se han relacionado algunos casos de molestias como tinnitus, que se traduce en el empeoramiento de la pérdida del oído en un 40 % en pacientes con este tipo de problema y la aparición de acúfenos –ruidos, zumbidos– en un 20 %, según un estudio del Sistema de Estimulación Neuro-Auditiva (SENA) en Barcelona.

En el mundo hay más de 34 millones de niños menores de 15 años con alguna discapacidad auditiva. Se calcula que en el total de la población con hipoacusia o sordera, el 70 % es una condición congénita y cerca del 30 % obedece al mal uso de la tecnología o efectos poscoronavirus.

“Infortunadamente, como no tenemos esa cultura de detección, vemos señales de alerta cuando la persona empieza a pedir que le repitan las palabras, se deja de escuchar ruidos de frecuencias altas como las voces femeninas o los timbres de un teléfono”, comenta Andrea Bravo, directora Clínica para América Latina de MED-EL, empresa especializada en la fabricación de soluciones auditivas como implantes cocleares.

Estas son cinco señales de alerta

1. Piden que le repitan varias veces las palabras: los sonidos agudos en muchas oportunidades son los más difíciles de identificar para aquellos que están presentando pérdida de audición.

2. Prestar atención especial a los adultos mayores: una persona con pérdida auditiva avanzada puede desarrollar demencia por cuenta de la atrofia en estructuras del cerebro.

3. Los niveles del volumen del televisor son altos para el resto de los habitantes de la casa: esta es una situación que se ha visto sobre todo en los pacientes poscoronavirus. De igual manera, manifiestan escuchar zumbidos en los oídos, por lo que es recomendable que acuda a un especialista, ya sea audiólogo, otorrino u otólogo.

4. Estrés por incapacidad para comunicarse: la persona se aísla, tiene dificultades cardiacas o vasculares, hipertensión por el estrés o puede desarrollar síntomas de ansiedad.

5. En pacientes escolarizados se notan sus problemas de lenguaje: los padres deben estar muy atentos a factores como los retrasos en la comunicación y de habla de los más pequeños, problemas de aprendizaje en lectoescritura y bajo rendimiento académico. Por ello es muy importante detectar la pérdida auditiva a tiempo, el ideal: antes de los siete años de edad.

Lo difícil que ha sido

Edith Rodríguez se dio cuenta de su doble aislamiento la primera vez que salió de su casa tras meses de confinamiento. “Me antojé de una empanada”, cuenta la bogotana, quien es sorda de nacimiento. “Pero caí en cuenta de que por el tapabocas no podía leer los labios de la vendedora. Escribí una nota explicándole que soy sorda, pero la señora –por un tema de distanciamiento físico– no me la recibió. Ahí supe cuánto había cambiado mi vida”. Se fue sin la empanada y con una enorme frustración.

Edith vive con sus padres, ambos sordos; por su seguridad, ella se hace cargo de las tareas que implican salir de la casa. Con el paso de los días fue evidente que los retos de la pandemia eran distintos para ellos. “En el banco, el cajero cree que si me habla más duro lo escucho a través del tapabocas, no entiende que soy totalmente sorda, y en el supermercado, un empleado desesperado se quitó la máscara para hablarme y me asustó. Mis padres son mayores, no me puedo exponer”. La frustración de Edith se repite todos los días en Colombia, donde hay casi medio millón de personas con discapacidad auditiva.