Jeannette y Edgar, padres de una bebé de 9 meses, se levantan en las madrugadas, y se turnan para cambiar pañales o alimentar a su pequeña hija, Catalina. En alguna de esas conversaciones informales que tuve con estos amigos, salió a relucir lo difícil que es adaptarse a ser padres por primera vez y tener que organizar toda su agenda en torno a las necesidades de su bebé. Sin embargo, hubo algo curioso al describir esta experiencia. Aunque para ellos no era placentero levantarse en las madrugadas, estaban felices con sus vidas. "Malinterpretar a la felicidad nos puede llegar a generar mucha infelicidad" Algo parecido sucedió con Estevana, estudiante universitaria de ingeniería e hija de una pareja de amigos muy queridos. Ella me narraba que sus trasnochadas para estudiar algunas de sus materias más complicadas y exigentes no eran placenteras, pero estaba feliz de estudiar ingeniería. Incluso hizo énfasis en la pasión que sentía por su carrera y lo que sus estudios le permitian descubrir y experimentar. Lea también: La felicidad es una elección En ambos casos es llamativo ver cómo, ante circunstancias específicas en las que está ausente la emoción placentera, las personas pueden manifestar ser felices, lo que permite desmitificar que la felicidad consiste en estar siempre sonrientes y alegres. Es posible también que tanto a usted como a mí nos genere desconfianza que algunas personas respondan un saludo con frases como “Estoy muy bien y mejorando” o “espectacular” sin ni siquiera contemplar el contexto dentro del que se está en ese momento. Sorprende también ver el inapropiado enfoque de considerar a la felicidad y el bienestar como una especie de filosofía en la que se pretende dar un lado positivo a cada situación por muy triste que sea, lo que lleva a comentarios desacertados ante las dificultades o situaciones negativas de nuestros conocidos. A veces ante la muerte de uno de sus padres, algunas personas le dicen a su amigo: “Tranquilo”, “piense en que ya estaba muy mayor y que a sus 92 años y ya necesitaba descansar”.
"Ser feliz es fundamentalmente responsabilidad de cada cual y requiere de disciplina" El exceso de optimismo mal entendido, sin contemplar las circunstancias, puede llegar a ser inapropiado e, incluso, perjudicial. El ejemplo de Marcelo explica por qué. Este gerente comercial tenía el reto de sacar adelante un proyecto complicado. Haciendo uso de su carácter normalmente optimista, se dijo a sí mismo y a sus colegas que todo iba a salir bien y prometió que, como equipo, lo lograrían tal como se lo habían planeado. Esto puede sonar motivador y natural en cabeza de un líder. Sin embargo, a pesar de su buena intención, fue insano porque al estar sesgado por su desmedido optimismo, desestimó un factor legal que impidió que el proyecto se llevara a cabo dentro del plazo y con los recursos previstos. Esto generó frustraciones en su equipo pues se perdió una buena comisión, además de credibilidad y resultados. Esto no es más que otra muestra de que todo en exceso es malo. Así como exagerar el consumo de agua sobrecarga la capacidad de nuestros riñones, ¡hasta el exceso de optimismo puede ser perjudicial! En contexto: La felicidad llega después de los cincuenta A partir de las situaciones descritas, y con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Felicidad, este 20 de marzo, es bueno enfatizar que el solo hecho de malinterpretar a la felicidad nos puede llegar a generar mucha infelicidad. Evite homologar la felicidad con una vida ausente de emociones negativas, porque además de que ya evidenciamos que se puede ser feliz en circunstancias de ausencia de emoción placentera, es imposible vivir una vida sin sucesos no deseados. Siempre, queramos o no, con mayor o menor frecuencia e intensidad, tendremos que enfrentar situaciones desagradables que, si no sabemos gestionar, nos van a generar mucha frustración y malestar. Partiendo de que la felicidad es un traje a la medida, que cada quien debe confeccionar de acuerdo con sus características y circunstancias, tenga en cuenta que: Ser feliz es fundamentalmente responsabilidad de cada cual y requiere de disciplina, entendida como el conjunto de comportamientos que nos llevan a lograr un resultado esperado, acorde con nuestros gustos, preferencias, circunstancias y características. La felicidad no es igual a una emoción placentera. Se puede ser feliz ante la ausencia circunstancial de la misma. Así como en presencia de emoción placentera se puede ser infeliz. La felicidad y el bienestar se pueden consolidar a partir de 5 elementos: al procurar emociones placenteras, desempeñarnos en actividades en las que podamos usar nuestras habilidades y fortalezas, cultivar relaciones positivas, tener un claro sentido de propósito y al celebrar nuestros logros.
@andresaljure