Jorge Cuartas, Universidad de Harvard - Twitter: @jcuartas2 Una carta firmada por más de 80 congresistas, académicos y líderes educativos hace un claro llamado al retorno seguro de los estudiantes a los colegios. Dentro de los argumentos presentados en la carta sobresalen los relacionados con los posibles impactos negativos en salud mental y aprendizaje causados por el cierre de los colegios. Quiero unirme y complementar este llamado argumentando que el retorno a la educación inicial en particular debe ser una prioridad absoluta para el país. Hay tres razones por las cuales los impactos y costos de no reabrir los jardines y centros de cuidado y educación inicial pueden ser especialmente altos y duraderos no solo para los niños y niñas sino para sus familias.
En primer lugar, los primeros cinco años de vida constituyen un periodo fundamental del desarrollo. En estos años la arquitectura cerebral y las habilidades cognitivas, sociales y emocionales son más sensibles o maleables frente a las experiencias y oportunidades de aprendizaje en comparación a otros periodos de la vida. Las oportunidades de aprendizaje en estos años determinan el desarrollo de habilidades fundacionales de las cuales depende gran parte del éxito académico, social y económico a lo largo de la vida. Segundo, algunos niños, niñas y adolescentes en primaria o secundaria pueden involucrarse en aprendizaje virtual (lo cual no es cierto en muchos hogares donde no existe acceso a un computador o internet). Por el contrario, la posibilidad de ofrecer educación virtual a niños y niñas menores de cinco años es mínima y no sería una alternativa útil para brindar los insumos necesarios para garantizar un desarrollo pleno. Tercero, los niños y niñas menores de cinco años requieren de interacciones recíprocas y sensibles con los cuidadores (incluidos los profesionales de servicios para la primera infancia). Las interacciones que involucran “dar y recibir” son de las más enriquecedoras para el cerebro en desarrollo, en las cuales los cuidadores responden de formas sensibles a los gestos, sonidos y comportamientos de los niños y niñas (por ejemplo, sonríen de vuelta cuando el niño/a sonríe). Estas interacciones difícilmente podrían lograrse en un espacio virtual (aun asumiendo pleno acceso a internet alrededor del país).
Actualmente, estamos trabajando con investigadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), UNICEF y las universidades de Harvard y Pensilvania (Estados Unidos), Oxford (Inglaterra), Basel (Suiza) y Witwatersrand (Sudáfrica) con el objetivo de cuantificar los posibles costos e impactos de mantener cerrados los servicios de educación inicial alrededor del mundo. Si bien nuestros hallazgos aún son preliminares, el panorama es preocupante. En el corto plazo, estimamos que el cierre de los servicios de educación inicial podría comprometer de forma severa el desarrollo integral de cerca de 10 millones de niños y niñas y, posiblemente, afectaría las habilidades necesarias para el éxito en el colegio y la vida de otros millones. Considerando un escenario hipotético de cierre de los servicios de educación inicial por 12 meses, esto podría representar una pérdida de por lo menos 0.2 años de escolaridad. Este escenario de cierre por 12 meses resulta aún más alarmante al considerar las posibles consecuencias que esta pérdida en escolaridad podría representar para los salarios de los niños y niñas en su adultez. Nuestras estimaciones preliminares sugieren que el cierre podría llevar a pérdidas en salarios futuros de más de 800 billones de dólares. Aun más preocupante es que estos resultados son, muy posiblemente, subestimaciones del impacto y los costos del cierre de los servicios de cuidado y educación inicial. De hecho, estas estimaciones no tienen en cuenta las pérdidas en potencial humano y económicas causadas por factores de riesgo adicionales exacerbados por la pandemia y los confinamientos, tales como la inseguridad económica y alimentaria, posibles casos de negligencia (por cuidadores que deben dejar a los niños solos en el hogar para ir a trabajar), problemas de salud mental en los cuidadores y los incrementos en los casos de violencia intrafamiliar y contra los niños que son aún más difíciles de detectar por la falta de interacción entre los niños con otros cuidadores externos al hogar.
Estas estimaciones tampoco consideran posibles costos causados por el cierre de los servicios de educación inicial en los cuidadores y cuidadoras en los hogares. En particular, publicaciones de la revista The Lancet muestran un impacto desbalanceado y particularmente alto para las mujeres, quienes, por las normas patriarcales e inequidades de género, suelen ser quienes se hacen cargo del cuidado y educación de los niños y niñas en el hogar. La falta de alternativas como servicios y centros de cuidado y educación inicial podrían fácilmente afectar su estabilidad laboral o la posibilidad de tener un trabajo. Garantizar la reapertura segura de los centros de cuidado y educación inicial debería ser la prioridad, muy por encima del reabrir oficinas, centros comerciales, iglesias o el fútbol. Día a día contamos con más información sobre las medidas que deben tomarse para reabrir centros de cuidado y educación inicial de la mejor forma posible. Un excelente recurso para conocer más sobre esto es la publicación de Agosto de UNICEF, titulada “lineamientos para la reapertura de servicios integrales de atención a la primera infancia en tiempos de COVID-19”. Si bien aún existe mucha incertidumbre y cada día aprendemos más sobre las consecuencias y la mejor forma de actuar en medio de esta pandemia, es clave que empecemos a trabajar en la reactivación de la atención presencial en los Centros de Desarrollo Infantil y demás servicios para la primera infancia. La reapertura de los servicios de cuidado y educación inicial debe ser la prioridad. Los costos individuales y sociales serían demasiado altos de no actuar a tiempo.