“Hacer industria es satisfactorio y agobiante a la vez. Tenemos muy buena formación en investigación, pero en innovación debemos comenzar desde el principio”. Estas palabras, de Andrés Pareja, profesor de biología de la Universidad CES de Medellín y uno de los líderes de la compañía Unidad de Toxicidad in Vitro (UTI), reflejan la nueva realidad a la que una parte de los científicos colombianos se tienen que enfrentar. Desde hace un par de años empezaron a salir de sus aulas y laboratorios para convertirse en empresarios que buscan que sus investigaciones sean en productos comercializables.Para lograrlo, han comenzado a concebir spin-offs, empresas que comercializan el conocimiento producido en los grupos de investigación de las universidades. Crearlas es un arduo proceso que requiere la confluencia de tres actores: el Estado, que aporta el marco institucional, legislativo y de incentivos; la universidad, encargada de producir el conocimiento; y el sector privado, como inversionista.Le puede interesar: El emprendimiento paisa toca puertas en FranciaEn Colombia el mundo de las spin-offs es nuevo y todavía falta mucho camino por recorrer. Sin embargo, la nueva ley aprobada la semana pasada en el Congreso de la República para estimular su creación, junto a los primeros casos de éxito que han surgido en las distintas universidades, hacen pensar que este tipo de emprendimiento puede convertirse, en un futuro no muy lejano, en un importante renglón de la economía.Dentro de los recientes casos de éxito se encuentran dos empresas paisas que hacen parte de Spin-Off Colombia, un programa que desde 2013 promueve Colciencias, Ruta N y Tecnnova para fomentar emprendimientos. La primera es la Unidad de Toxicidad in Vitro (UTI), un laboratorio creado en la universidad CES de Medellín que desde 2010 desarrolla pruebas toxicológicas de productos para uso humano sin tener que probarlos antes en animales.“Desde 2010 somos pioneros en el país en el desarrollo de estas investigaciones. Ya tenemos un portafolio de 12 pruebas que cubren una amplia gama de actividades industriales. A medida que el portafolio creció, nos dimos cuenta de que era necesario crear una ‘spin-off’. Este año comenzamos esa aventura y estamos en fase de incubación, pero la meta es que en poco tiempo la empresa funcione de manera independiente de la universidad, que mantendrá una participación”, dijo el profesor Pareja.Le recomendamos leer: Empresas tecnológicas la cuarta revolución industrialLa otra empresa es Tech Life Saving (TLS), que busca convertirse en el primer productor en Colombia y en la región de antivenenos faboterápicos liofilizados, es decir, una sustancia que previene el riesgo de reacciones alérgicas cuando a un paciente le aplican suero antiofídico. La iniciativa de esta spin-off provino de Juan José Zuluaga, químico farmacéutico que con su holding Techinnovation Group invierte en empresas de base tecnológica. “Al ver el trabajo del Grupo de Investigación Oidismo/Escorpionismo de la Universidad de Antioquia para producir un suero antiofídico de tercera generación, decidí financiar la creación de una ‘spin off’, proyecto al que se sumaron Ruta N y una ONG internacional”, dijo Zuluaga. En este momento la compañía está a punto de sacar sus primeros lotes y esperan obtener la licencia del Invima el próximo año. De tener éxito, la siguiente fase es trabajar sueros para mordeduras de serpientes de Centroamérica.También le sguerimos: Festín tecnológicoLo que cada vez es más claro, como lo advierte Pareja, es que “el desarrollo tecnológico tiene que ir ligado con las necesidades de la sociedad”, y, en esa alineación, las spin-off son fundamentales. Por eso es indispensable que el país dé un paso para fomentar las empresas de base tecnológica universitarias, un renglón que podría sentar las bases de una economía nacional que no esté apoyada en la explotación de materias primas.