La abogada vallecaucana Yadira Castillo ha logrado conseguir la meta que buena parte de los profesionales colombianos sueñan: obtener un doctorado. Luego de dedicarse de tiempo completo a estudiar, de dejar de lado sus actividades sociales y de obtener una beca de Colciencias, con la que pudo dedicarse de lleno y sin angustias económicas a su investigación, recibió el grado de doctora en Derecho en Inversión Extrajera de la Universidad de los Andes. Se siente muy orgullosa de su logro, ya que hacer un doctorado implica asumir un estilo de vida al cual muchas personas no están dispuestas. Y es que tomar la desición de estudiar un doctorado no es fácil, Muchos profesionales se preguntan si valen la pena todos los sacrificios. Desafortunadamente, en la mayoría de las ocasiones la respuesta es negativa. Unos prefieren trabajar y no continuar los estudios académicos para acumular capital; otros, que cuentan con el dinero, prefieren invertirlo en negocios para obtener tasas de ganancia más rápidas. Pareciera que en el país hubiera una cultura que no valora de forma postiva los estudios doctorales. Sin embargo, eso no debería ser así. Como lo expresa Moisés Wasserman, exrector de la Universidad Nacional de Colombia, “un doctorado es el título académico de mayor altura que está diseñado para responder preguntas de alta complejidad con el método científico”. En este sentido los doctores crean la innovación y el nuevo conocimiento que necesita un país para fomentar su desarrollo social y económico. Según datos de Colciencias, los doctores del país producen el 61 por ciento del nuevo conocimiento y de acuerdo a un piloto de doctores vinculados a empresas, el 20 por ciento de estas registraron aumentos en la productividad y el 30 por ciento obtuvieron mejoras en procesos de innovación, en un periodo de dos años. Resultados bastante buenos si se tiene en cuenta que la tasa general de innovación de las empresas colombianas está en un 0,2 por ciento. Por eso, es importante invertir en formar doctores, una tarea a la que el gobierno le ha apostado en los últimos años. “Cuando Colciencias creó en 1992 el programa de becas doctorales solo se otorgaban cinco o 15; con los años los recursos fueron aumentando hasta que en 2008 dimos el gran salto al entregar casi 1.000 becas, cifra que se ha mantenido hasta ahora. En la actualidad destinamos alrededor de 200.000 millones de pesos en estos programas que representan el 60 por ciento del presupuesto de la institución”, afirma Alejandro Olaya, subdirector de Colciencias. Y los resultados se han visto, pues Colombia ha pasado de 30 doctores en 2004 a 391 en 2014. Sin embargo, todavía mantiene un rezago frente al promedio de América Latina. Como comenta Olaya, “Colombia cuenta con 6,6 doctores por millón de personas mientras que en Brasil hay 66 y el promedio regional es de 38 por cada millón”. Por eso, buena parte de los esfuerzos del gobierno nacional, a través de Colciencias, están dirigidos a aumentar el número de becas otorgadas a estudiantes de doctorado para que entre 2014 y 2018 el país pase de 6,6 doctores por millón de habitantes a 16,9. Pero, también, la empresa privada y los profesionales deben comprender la importancia de hacer estudios doctorales no solo para el beneficio personal sino social. Yadira obtuvo el título en marzo de 2014 y hace parte de los 391 doctores graduados ese año, la tercera parte de ellos becados por Colciencias. Y aunque muchos crean que hacer un doctorado no es rentable, ella opina lo contrario ya que gracias a sus estudios ahora es fiscal y asegura “que el doctorado además de mantener un lazo con la academia me ha potenciado como profesional”. Para que haya muchos más casos como el de Yadira, en octubre de este año Colciencias abre una nueva convocatoria en la que se verán beneficiados 600 profesionales que quieran cumplir su sueño de obtener el título de doctor.