AJohn Lynch muchos lo conocen como el ‘señor de las ranas’. Al entrar a su oficina, ubicada en el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, llaman la atención cientos de frascos de laboratorio, alineados uno al lado de otro. En su interior flotan toda clase de anfibios. Ranas, serpientes, renacuajos y una que otra lagartija. Desde la década de los ochenta el herpetólogo norteamericano ha descubierto y descrito más de 200 nuevas especies de ranas en Colombia. Su labor contribuyó, entre otras cosas, a que el país se convirtiera en el segundo con más ejemplares de esta especie después de Brasil. Hoy tiene más de 700, como le cuenta el investigador a SEMANA.Puede leer: Así sería el ‘once ideal’ de la biodiversidad colombianaComo Lynch, miles de científicos siguen dedicando su vida a recolectar e identificar especies en el país. Esa labor sigue siendo fundamental, pero “mucho menos reconocida que en el pasado”, advierte Julio Betancourt, biólogo especializado en botánica que desde 1991 ha explorado buena parte del territorio nacional. La mayoría de los colombianos pensarían que un concepto como el de la Expedición Botánica, liderada por el sabio José Celestino Mutis, las correrías de Alexander von Humboldt y la Expedición Corográfica de Agustín Codazzi pertenecen a libros de historia. Lo cierto es que este tipo de gestas está lejos de quedar en el olvido.En la actualidad, el país atraviesa un despertar en esas tareas de reconocimiento de su entorno. En el caso de la biósfera, gracias al avance de la ciencia, existen tecnologías que permiten conocer con más precisión las especies que habitan el planeta. En los últimos años, Colombia Bio, un programa impulsado por Colciencias, ha realizado más de 16 expediciones y tiene en proyecto al menos 100 más. En ese corto tiempo, han descubierto 151 posibles nuevas especies, 133 endémicas, 211 con algún criterio de conservación y 5 que se creían extintas. “Sí que hay un gran resurgir de las expediciones, pero este ha sido siempre nuestro trabajo. Nunca lo hemos dejado de hacer. El proceso de paz nos ha permitido tener nuevos escenarios”, asegura Javier Barriga, coordinador de las expediciones Bio desde el Instituto Humboldt.Los resultados impresionan si se tiene en cuenta la cantidad de especies recolectadas en tan poco tiempo. También, que aunque la ciencia ha descrito e identificado menos de la mitad de su biósfera, Colombia ocupa el segundo lugar entre los países más biodiversos del mundo. Hasta el momento, por ejemplo, tiene la variedad más grande de aves y ocupa un lugar notable en el ranking de plantas, reptiles y mamíferos. Gracias a que Colombia es un país megadiverso, es casi un hecho que en cada expedición aparecerán nuevos registros desconocidos en el país o incluso nuevas especies para la ciencia. “Hoy hay entre 25.000 y 30.000 especies de orquídeas distribuidas en el mundo y 4.400 de ellas están en Colombia. Eso nos demuestra el potencial del país”, dice Betancourt. Agrega que muy seguramente esa cifra va a crecer en unos años. “En un siglo, ese número puede subir casi a 6.000, pues todavía desconocemos mucho nuestra biodiversidad”, afirma.Le recomendamos: La impresionante biodiversidad del río Bita, la joya del Orinoco

La rana de cristal fue encontrada en Antioquia. Sus órganos internos, incluyendo corazón, hígado e intestinos son visibles a través de la piel. El pez ángel real solo ha sido encontrado en el Pacífico. Foto: Fundación Malpelo. ¿Pero por qué las expediciones importan? Lynch, Betancourt y Barriga coinciden en que tienen un valor incalculable. “No solo se trata de explorar el territorio y darle identidad a la nación, sino conocer qué tenemos, dónde lo tenemos y cómo lo tenemos. No podemos conservar si no conocemos”. Además, Colombia tiene muchos lugares patrimonio de la humanidad y es responsable de conservarlos.Por otro lado, más allá de Colombia Bio, el país cuenta con una gran cantidad de instituciones que durante años han trabajado en investigar la diversidad. La Universidad de Antioquia, por ejemplo, hizo el levantamiento más completo de la fauna y la flora de su departamento. E, incluso, en los últimos años muchas entidades internacionales han organizado expediciones. dentro del país. “El Film Museum (de Holanda) hace unas expediciones gigantes en Colombia”, asegura Barriga. Entidades como el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi) y el Ideam, apoyan desde sus áreas.Le sugerimos: "Seguimos al filo de la navaja en materia ambiental": Brigitte BaptisteLos retosLynch, Betancourt y Barriga forman parte de los más de 800 expedicionarios colombianos que desde 2016 han ayudado a redescubrir los rincones inexplorados del país. Aseguran que aunque a la fecha han hecho una labor inmensa, aún queda mucho por hacer.Tienen el reto de llegar a los sitios de difícil acceso pero también, según los expertos, de encontrar recursos no solo para las expediciones, sino para estudiar las colecciones que durante los años cuarenta y cincuenta otros científicos recolectaron y que hasta la actualidad faltan por estudiar. “Si es difícil montar y depositar colecciones que ya están acá, no hablemos del reto de ir a sitios poco explorados y desconocidos a recolectar. Aún hay mucho por trabajar”, dice Betancourt.

Colombia cuenta con más de 700 especies de ranas y ocupa el segundo com más ejemplares. Identificar una especie constituye un trabajo arduo y extenso. No solo implica planear con exactitud los objetivos de la expedición, sino que una vez el científico vuelve de campo, puede tardar años en descubrir que en lo que trajo hay una especie nueva. “Hay que revisar toda la literatura científica. Luego comparar y ver si es novedosa. Una vez descrita, hay que enviarla a una revista científica para que la comunidad internacional la valide. Entonces puede que la acepten o que la devuelvan para pedir más pruebas. Es un trabajo de años”, explica Felipe Villegas, biólogo y fotógrafo de expediciones del Instituto Humboldt. Esto significa tiempo, tecnología y recursos.Puede leer: Las 10 especies más peculiares del bosque seco tropical colombianoEl profesor Betancourt advierte otro reto: el de la educación ambiental. “Que el público entienda lo que estamos haciendo. Eso contribuye a la conservación del ambiente”, dice. Lynch, por su parte, es menos optimista. “Tengo miedo de que la paz libere la frontera agrícola y empiece a destruir estas zona del país. El apetito de los ganaderos no tiene fin”.

El tercer y último reto es el de formar nuevos exploradores, naturalistas y científicos. “Veo que muchos biólogos quieren trabajar más en laboratorios que ir al campo. Este trabajo es importante, pero hay un descuido a nivel mundial en ese tema. Cada semestre, con suerte, salen dos estudiantes que quieren continuar con las ciencias naturales y hacer exploración de campo y expediciones. Es importante fomentar ese legado”, puntualiza Betancourt.Aunque el balance de las expediciones hasta ahora ha sido positivo, los científicos tienen la principal incertidumbre de saber si el nuevo gobierno continuará con las misiones. “No sabemos lo que hará Duque, pero sí que Santos ha autorizado 100 expediciones más”, dice Lynch. Solo el tiempo lo dirá.