Descongelar y volver a congelar los alimentos puede afectar su calidad en varias formas y, por eso, hay que tener en cuenta algunos puntos importantes a considerar al momento de realizar esta práctica:
1. Pérdida de textura: Al congelar los alimentos, el agua presente en ellos se convierte en cristales de hielo. Cuando se descongelan, estos cristales se derriten y pueden dañar la estructura celular de estos, lo que puede llevar a una pérdida de textura. Si se vuelven a congelar después de descongelarlos, este proceso se repite y puede provocar una textura aún más deteriorada.
2. Pérdida de nutrientes: Algunos nutrientes, como las vitaminas y los minerales, pueden degradarse durante el proceso de congelación y descongelación debido a la exposición al aire, la luz y los cambios de temperatura. Si se vuelven a congelar los alimentos, se puede producir una mayor pérdida de nutrientes.
3. Crecimiento de bacterias: Las bacterias pueden proliferar en los alimentos cuando se descongelan y se mantienen a temperaturas cálidas durante un período prolongado. Si se vuelven a congelar los alimentos después de descongelarlos, las bacterias que hayan crecido durante ese tiempo no serán eliminadas y podrían multiplicarse aún más durante la siguiente congelación.
4. Cambios en el sabor: La congelación y descongelación repetidamente puede alterar el sabor de los alimentos. Algunos alimentos pueden volverse más blandos, aguados o perder su sabor original debido a los cambios en la composición química que ocurren durante estos procesos.
En general, la congelación y descongelación de los alimentos es una forma conveniente de conservarlos, pero es importante tener en cuenta estos factores para asegurar su calidad y seguridad.
Por ello, siempre es recomendable seguir las pautas adecuadas de manipulación y descongelación de alimentos para minimizar los riesgos y preservar su calidad.
¿Cuáles son los alimentos que hay que evitar congelar y descongelar?
La mayoría de los alimentos se pueden congelar y descongelar con seguridad, pero hay algunos que pueden experimentar cambios en la textura, sabor o calidad después del proceso de congelación.
Así las cosas, algunos ejemplos de alimentos que pueden verse afectados por el proceso de congelación y descongelación son:
- Frutas y verduras crujientes: Las frutas y verduras con alto contenido de agua, como el pepino, el apio y la lechuga, pueden volverse blandas y perder su textura crujiente después de ser congeladas y descongeladas. Estos alimentos son mejores cuando se consumen frescos.
- Huevos en su cáscara: No es recomendable congelar huevos enteros en su cáscara, ya que pueden expandirse y romperse, lo que puede llevar a la contaminación de otros alimentos en el congelador. Si se desea congelar huevos, es mejor batirlos y almacenarlos en un recipiente hermético.
- Salsas y cremas a base de lácteos: Las salsas y cremas que contienen lácteos, como la crema agria, la crema batida y las salsas con base de leche, pueden separarse y volverse acuosas después de ser congeladas y descongeladas. Esto puede afectar su textura y calidad. Sin embargo, muchos productos lácteos congelados, como el helado, están diseñados específicamente para mantener su textura y calidad.
- Ensaladas: Las ensaladas con aderezo pueden volverse marchitas y aguadas después de ser congeladas y descongeladas. Los ingredientes frescos en las ensaladas, como los tomates y las hojas verdes, pueden sufrir cambios en su textura y convertirse en blandos.
- Alimentos fritos crujientes: Los alimentos fritos, como las papas fritas y los alimentos rebozados, generalmente pierden su textura crujiente después de ser congelados y descongelados. Pueden volverse blandos y grasosos.
*Este artículo fue creado con ayuda de una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista especializado en Semana