Todos los animales buscan sobrevivir, se adaptan a su entorno y generan estrategias de supervivencia que se enseñan e incluso se heredan a las nuevas generaciones. En el caso del ser humano esto también ha ocurrido, por ejemplo, el miedo es la señal del cuerpo para activar la producción de adrenalina, una hormona y neurotransmisor que aumenta la frecuencia cardiaca y mejora la capacidad de lucha o huida.

Según el estudio Maps of subjective feelings, publicado por la National Academy of Sciences, cada emoción genera diferentes tipos de sensaciones físicas. Gracias a este estudio que incluyó a 1.026 participantes fue posible mapear las sensaciones físicas de 100 emociones- tanto negativas como positivas- y cogniciones.

A los participantes se les preguntó acerca de la intensidad, las sensaciones y el lugar del cuerpo en el que se sentía cada emoción. Dentro de las conclusiones más importantes se encontró que las emociones se expresan de la misma forma para la mayoría de las personas y que hay una relación directamente proporcional entre la intensidad de cada emoción y la intensidad de la sensación física.

Estas son algunas de las sensaciones y reacciones físicas que producen las emociones:

  • Ira: aumenta la producción de adrenalina, se acelera la respiración y aumenta la presión sanguínea. La sensación física se ubica en la cabeza, las manos y el pecho.
  • Tristeza: se aumenta el consumo de energía y oxígeno, por lo que se genera un sentimiento de agotamiento. Además la producción de serotonina y dopamina se reduce, esto a largo plazo puede causar falta de apetito e insomnio. La sensación física se ubica en la cabeza, el estómago y el pecho.
  • Vergüenza: al igual que en la ira, se produce una liberación de adrenalina, solo que en menor medida, esto causa la dilatación de vasos sanguíneos y aumenta el ritmo cardíaco. La sensación física se ubica en la cabeza.
  • Felicidad: se aumenta la producción de serotonina, endorfina, dopamina y oxitocina, los cuatro neurotransmisores que reducen el dolor y aumentan el nivel de relajación. En este estado no hay necesidad de recurrir al mecanismo de lucha o huida. La sensación física se ubica en la cabeza y en el corazón.

Repercusiones en la salud física

Si una emoción es constante, también lo es su sensación física correspondiente y esto a largo plazo puede implicar repercusiones en la salud física y mental. Por ejemplo, si una persona está en constante estado de estrés, su tensión será alta por un periodo de tiempo mayor y esto puede acarrear enfermedades cardiacas, derrames cerebrales e incluso repercusiones en órganos como el hígado o los ojos.

Por esto aprender a regular las emociones genera una mejoría en la salud física y entre más rápido se logre identificar qué está produciendo una reacción en el cuerpo, es más fácil encontrar una solución. Adicionalmente, ser consciente de que las emociones traen repercusiones que van relacionadas con la salud puede ayudar a buscar emociones positivas, pues estas traen consigo las endorfinas que reducen el nivel de dolor.

De hecho, las personas que mantienen un pensamiento positivo y experimentan más emociones como la felicidad han demostrado tener una reducción de la presión arterial y están más preparadas para afrontar diferentes situaciones de estrés. Esto afirma el estudio Positive Thinking in Coping with Stress and Health Outcomes, el cual además explica que el pensamiento positivo tiene un efecto de mejora en la autopercepción de felicidad, éxito y valor personal. Incluso el pensamiento positivo ha sido vinculado a una mayor esperanza de vida.