La diabetes es una de las principales causas de ceguera, insuficiencia renal, ataques cardíacos, derrames cerebrales y amputación de miembros inferiores, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Esta enfermedad, que se caracteriza por los niveles elevados de azúcar en la sangre, cuando no se controla aumenta las posibilidades de las mencionadas complicaciones de salud y la mortalidad prematura, indica la fuente.
Para regular la glucosa en el cuerpo, el páncreas produce una hormona llamada insulina que se encarga de facilitar el ingreso de esta sustancia a las células para que pueda ser usada como energía. Sin embargo, algunas veces el cuerpo no elabora la cantidad suficiente, no produce nada o no usa adecuadamente la insulina y la glucosa se queda en la sangre generando complicaciones.
Según la OPS, el sobrepeso, la obesidad y la inactividad física son los principales factores de riesgo para padecer de diabetes tipo 2, por ello la mejor manera de prevenirla o mantenerla controlada es llevando una dieta saludable y equilibrada y practicar actividad física de manera regular.
Cuando una persona padece de diabetes tipo 1 o 2, elegir los alimentos correctos es clave. Los expertos aseguran que todos los planes de alimentación para quienes padecen esta enfermedad tienen cosas en común: ingerir alimentos correctos, en cantidades adecuadas y en los momentos apropiados.
De todos los grupos
En la alimentación diaria de los diabéticos no deben faltar los alimentos saludables de todos los grupos, según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos. Debe incluir, por ejemplo, frutas y vegetales, granos integrales como trigo, arroz, cebada, quinua y avena; proteínas como carnes magras, pollo, pavo, pescado, huevos, nueces, fríjoles, lentejas y tofu y productos lácteos descremados o bajos en grasa como leche, yogur y queso.
Si bien es probable que las personas con esta enfermedad tengan claro que pueden consumir en el día, una de las preocupaciones es si pueden comer en la noche o si eso afecta sus niveles de azúcar. Los especialistas del instituto Mayo Clinic indican que si una persona tiene esta enfermedad, comer en la noche no necesariamente está prohibido, pero es muy importante tomar decisiones saludables.
La cena, al igual que el desayuno y el almuerzo, debe incluir proteína, vegetales y cereales o granos integrales. El portal de bienestar y salud Tua Saúde plantea tres opciones que pueden servir de guía.
La primera propone 120 gramos de salmón a la plancha, acompañado de cuatro cucharadas de arroz integral y una taza de vegetales cocidos (brócoli y zanahoria), aderezados con una cucharada de aceite de oliva y una cucharadita de vinagre de manzana.
Una segunda opción es una ensalada de lechuga, tomate, cebolla y rúcula con 90 gramos de pechuga de pollo a la plancha cortada en tiras, más 30 gramos de queso blanco cortado en cubos, aderezada con una cucharadita de aceite de oliva y una cucharadita de vinagre de manzana y dos tostadas integrales.
La tercera alternativa es una tortilla de harina de trigo integral con dos huevos revueltos con tomate, pimentón y cebolla y dos rebanadas de aguacate.
Si a la persona le da hambre luego de haber cenado, uno de los consejos es beber un vaso de agua primero, pues a veces la sed imita el hambre. Si luego de surtido este paso el paciente sigue con hambre, se puede consumir un alimento bajo en carbohidratos y calorías, preferiblemente que sea alto en proteínas o fibra, como el yogur griego o un puñado de nueces.
Según Mayo Clinic, otras opciones puede ser: una paleta sin azúcar, un palito de queso liviano, una cucharada de mantequilla de maní (15 gramos) y apio, un huevo duro, palomitas de maíz liviana y ensalada de verduras con pepino y una pizca de aceite y vinagre.
¿Qué cantidades comer?
En términos generales y a manera de recomendación, la Asociación Estadounidense de Diabetes ofrece un método simple de planificación de comidas y plantea lo siguiente: llenar la mitad del plato con verduras sin almidón, como espinacas, zanahorias y tomates; una cuarta parte con una proteína, como atún, carne magra de cerdo o pollo y el restante cuarto puede ser de arroz integral o una verdura con almidón, como papas.
También se pueden incluir grasas “buenas”, como nueces o aguacates, pero en pequeñas cantidades, además de una porción de fruta o lácteos y un vaso de agua, té o café sin azúcar.
La sugerencia de los especialistas es siempre consultar con el médico los planes de alimentación a seguir, dependiendo de las condiciones del paciente, pues en ocasiones presentan otros padecimientos a los que también se les debe prestar atención.