Los perros y gatos, más allá de ser una compañía, para muchas personas se han convertido en parte activa de la familia. Estos animales domésticos necesitan de un cuidado y tratamiento constante, pues así como los seres humanos se enferman de fiebre, los peluditos también pueden aumentar su temperatura por encima de lo normal.
Al momento de llevar a estos animales al veterinario, la forma en la que se les toma la temperatura es por medio del recto; la razón de esto se da porque, aunque tienen axilas, su temperatura no se puede determinar desde esa zona. También hay otras maneras para hacerlo, por ejemplo en la boca -aunque no es recomendable pues puede que el perro o gato muerda al que lo realice- y con la temperatura óptica, pero expertos no lo recomiendan.
Tener fiebre es un síntoma desagradable que genera cansancio e inestabilidad. A diferencia de los seres humanos, la temperatura normal de un perro o un gato ronda entre los 38 y 39 grados centígrados. Si estas cifras son mayores significa que estos animales tienen fiebre. Sin embargo, es importante aclarar que no solo se trata de un aumento temporal en la temperatura, pues aspectos como la falta de apetito, estrés, decaimiento y sueño se presentan progresivamente.
El doctor Juan Enrique Romero comparte sus experiencias personales y las relaciona con la forma en cómo se podría detectar la fiebre en perros y gatos. Para el especialista argentino, un truco sencillo es tocando las orejas de los animales. “Cuando está bien percibe con tu mano la diferencia de cuando haya temperatura, hipertermia o aumento de la temperatura. Allí, sí hay decaimiento o falta de apetito, consulta con tu médico veterinario de confianza”, señaló.
Cuando un animal doméstico tiene fiebre significa que su cuerpo está reaccionando ante agentes patógenos o gérmenes. Entre los síntomas físicos y de comportamiento más comunes que un perro o gato puede mostrar al tener fiebre se encuentran: temblor, vómito, diarrea, nariz caliente y seca, sueño excesivo, apatía o tristeza, ojos acuosos y puede que jadeen más de lo normal.
Hay ocasiones en la que los veterinarios pueden notar un pequeño aumento de temperatura cuando uno de estos animales domésticos experimenta estrés en el trayecto de la casa a la veterinaria, por eso se recomienda examinarlos cuando se encuentren tranquilos y cómodos.
De acuerdo a prescripciones médicas, un perro o gato, al igual que el ser humano, tiene una especie de termostato que se localiza en el hipotálamo; en esta área del cerebro se controla la temperatura, hambre y sed. En el momento en que agentes patógenos llegan al organismo se produce la fiebre, Mayo Clinic especifica que tener altas temperaturas no es una alarma para consultar inmediatamente a un doctor.
El proceso que se da dentro de un organismo animal con fiebre tiene que ver con la producción de sustancias como la citocina, liberando prostaglandina E2, la cual conduce a la elevación de la temperatura normal. Este cambio llega al hipotálamo, que transforma la magnitud calórica. Es por ello que, así como los humanos, los perros y gatos pueden tener escalofrío. De igual manera, el organismo busca eliminar dicha magnitud calórica mediante la hiperventilación, esto provoca que el animal aumente su frecuencia cardiaca y respiratoria.
La fiebre es considerada por los médicos como un dispositivo o instrumento que protege el cuerpo ya que se adhiere al sistema inmunológico y lo fortalece. El papel que cumple el aumento de la temperatura corporal en los animales sirve como defensa para el organismo contra infecciones y bacterias.