“El dolor físico y el dolor psíquico están íntimamente relacionados, ya que las personas con dolor crónico tienen una alta vulnerabilidad a tener trastornos del estado de ánimo, así como, las personas con trastornos del estado de ánimo reportan con mayor frecuencia síntomas dolorosos”, explicó el doctor José Manuel Santacruz, médico psiquiatra, expresidente y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Colombiana de Psiquiatría.

Además, Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, indicó que para mucha gente, la depresión causa síntomas físicos sin explicación, como dolores de espalda o de cabeza.

Asimismo, señaló que el dolor que incapacita puede causar autoestima baja por problemas con el trabajo o económicos, o la imposibilidad de participar en actividades sociales y pasatiempos.

De hecho, se debe considerar que, el dolor es la causa más frecuente de consulta médica, por esta razón, es importante entender que hay diferentes tipos de dolor y su clasificación se da de acuerdo con múltiples aspectos, como: duración, patogenia, localización, curso, intensidad, entre otros.

Dentro de los diversos tipos de dolor, es fundamental tener en cuenta que, el dolor agudo, se presenta como respuesta normal, fisiológica y predecible del organismo frente a una agresión química, física o traumática. Por tanto, es aquel que persiste mientras dura el proceso de curación o cicatrización de los tejidos, siendo de corta duración; mientras que el dolor crónico, el cual persiste por más de 3 a 6 meses desde el momento de la agresión del tejido.

De igual forma, es primordial aprender a reconocer el dolor neuropático, que se produce una lesión o enfermedad que afecta el sistema somato-sensorial, y se describe como un dolor crónico de gran intensidad, que se asocia a comorbilidad y síntomas en otros niveles, entre los cuales está la alteración del sueño, trastornos psicológicos y la pérdida de la capacidad laboral.

“Los pacientes con dolor neuropático persistente sufren discapacidad en mayor o menor medida para realizar su trabajo con normalidad, padecen limitaciones considerables de su actividad habitual, y su funcionamiento social se ve limitado. En estas circunstancias, se habla con frecuencia de la llamada triada del dolor, que involucra: dolor, trastornos de la esfera emocional, como ansiedad y depresión; y alteraciones del sueño con mayor o menor intensidad. Se comprende fácilmente, que el dolor neuropático constituye un inconveniente importante para la salud, no solo para el propio paciente y sus familiares, sino que también se convierte en un problema de salud pública, por el impacto que supone en el consumo y utilización de recursos sanitarios, y por el impacto que ocasiona en la productividad laboral de los individuos con esta patología que todavía son activos”, así lo señala el médico Santacruz en uno de sus artículos de la Revista de la Sociedad Española del dolor.

Así las cosas, es importante mantener hábitos que contribuyan a una salud integral (física y mental) como realizar ejercicio y tener una dieta equilibrada, que permitan tener una buena salud cardiovascular, pues esto podría reducir la prevalencia de las enfermedades crónicas y si aparecen estén mejor controladas, lo que se ve reflejado en tasas más bajas de dolor.

En el caso de las personas que ya padecen dolor, mantener estos hábitos beneficiará las terapias de manejo y los resultados del control del dolor.

De todos modos, la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica y por ello lo primero que hay que hacer es consultar a un experto de la salud para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona.