La diabetes es una enfermedad en la que los niveles de glucosa (azúcar) en la sangre son elevados. Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos explican que la insulina, la hormona producida por el páncreas, es la encargada de que la glucosa entre a las células para luego ser utilizada como energía. En algunos casos, el cuerpo puede que no produzca suficiente insulina o la use incorrectamente.
“La prevalencia de esta enfermedad ha venido aumentando más rápidamente en los países de renta baja y de renta mediana que en los de renta elevada. La diabetes es una causa importante de ceguera, insuficiencia renal, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y amputación de los miembros inferiores”, explica la Organización Mundial de la Salud.
Existen diferentes tipos de diabetes. La tipo 1, que se caracteriza por ser la menos común, se puede presentar en cualquier edad (niños, jóvenes y adultos) y sucede cuando hay producción deficiente de insulina o la hay en cantidades mínimas. La de tipo 2 es la más común y sus síntomas son silenciosos, por lo que algunas personas no saben que padecen la enfermedad y aumenta el riesgo de complicaciones en su estado de salud. Y por último, la diabetes gestacional que, como su nombre lo indica, sucede durante el embarazo y aumenta las complicaciones durante el parto; además de que incrementa el riesgo de que la madre y el hijo presenten diabetes de tipo 2 en el futuro.
Las personas con diabetes tienen una piel sensible a infecciones. Algunas son provocadas por cambios en los vasos sanguíneos pequeños y debido a una menor circulación. “La diabetes puede volverte más susceptible a tener problemas en la piel, como infecciones bacterianas y micóticas”, explica Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación.
Esta enfermedad puede afectar gravemente a los pies, causando daños en los nervios (neuropatía diabética). Al perder sensación en los pies, la persona no puede identificar cuando tenga una piedra o una ampolla y esto puede causar cortaduras o llagas, que se pueden infectar y complicarse. “La diabetes también puede disminuir la cantidad de flujo sanguíneo en los pies. Si no tiene suficiente flujo sanguíneo en las piernas o los pies, es más difícil que una llaga o infección sane. A veces, una infección grave de los nervios no se cura nunca. La infección puede causar gangrena”, detallan los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
Cuando el pie sufre complicaciones, como gangrenas y úlceras que no mejoran con tratamiento, el miembro debe ser amputado para evitar más afecciones de salud en otras partes del cuerpo.
¿Cómo cuidarse para evitar el pie diabético?
La herramienta clave para prevenir un pie diabético es controlar los niveles de azúcar en la sangre. Se debe revisar diariamente el estado de los pies. Mayo Clinic señala que mantener una piel sana es una forma adecuada para prevenir esta afección.
Revisión diaria: buscar cortes, enrojecimiento u otro tipo de cambios en la piel y uñas. Observar si hay verrugas o manchas. También se deben revisar las plantas de los pies.
Lavado diario: usar agua tibia y jabón. No remojar los pies. Luego de secarlos, usar talco para evitar infecciones entre los espacios de los dedos.
Calzado adecuado: los expertos recomiendan usar zapatos adecuados para brindar protección a los pies. No es aconsejable que las personas con diabetes caminen descalzos. Es importante revisar que el calzado nuevo sea cómodo y suave.
Protección del frío y calor: se debe evitar la exposición de los pies a frío y calor. Los expertos recomiendan usar protección solar y utilizar medias gruesas.
Flujo sanguíneo: es importante mantener que la sangre fluya por los pies correctamente. Para esto, se deben levantar los pies cuando se esté sentado. Asimismo, realizar círculos durante el día.