En 1966, Yoshiaki Sato, un joven japonés interesado por el culturismo, asistía a una ceremonia budista. Mientras estaba atendiendo en postura de oración, sentado sobre sus talones, sintió el típico entumecimiento de las piernas acompañado de hormigueo. En ese momento, Sato tuvo su momento eureka y asoció esa sensación y la tirantez muscular a los entrenamientos de alta intensidad. Así nació la hipótesis de que la restricción de flujo sanguíneo podía favorecer el crecimiento de los músculos.
Más tarde, Sato sufrió una lesión esquiando y se autoaplicó la técnica en sus propias piernas, lo que le ayudó a prevenir la atrofia derivada de la inmovilización. Y a finales de los años 90 patentó un programa formativo de instructores llamado Kaatsu, término que hasta hace muy poco también se ha utilizado para referirse al entrenamiento con restricción del flujo sanguíneo.
Habitual entre deportistas olímpicos y futbolistas
Conocido así mismo como BFR (por las siglas en inglés de Blood Flow Restriction), este método consiste precisamente en eso: en aplicar presión en el brazo o la pierna mediante un sistema de torniquete. Dicha presión produce una compresión de los vasos sanguíneos que limita principalmente el retorno venoso y de modo parcial el flujo arterial, lo que provoca una disminución de aporte de oxígeno (hipoxia) en el músculo.
En la actualidad, deportistas olímpicos aprovechan la BRF para mejorar su rendimiento, y los fisioterapeutas de los clubes de fútbol ya lo emplean como complemento en la rehabilitación de los jugadores lesionados. Durante el reciente Mundial de Catar se planteó usarlo con ese fin.
¿Cómo funciona?
Como ya ha quedado apuntado, la restricción de flujo sanguíneo se utiliza como complemento al entrenamiento de fuerza y para aumentar la masa de los músculos (hipertrofia muscular).
En el entrenamiento tradicional para ganar fuerza se recomienda realizar pocas repeticiones de movimientos con cargas pesadas, usando entre el 80 % y el 100 % de la capacidad máxima. Por el contrario, al provocar que el músculo trabaje en condiciones de estrés, la hipoxia generada por la restricción de flujo sanguíneo facilita la ganancia muscular con menos cargas.
De forma simplificada, los estudios indican que la BRF consigue con pesos ligeros beneficios similares al ejercicio con cargas elevadas. Además, los resultados se obtienen en un período inferior a tres semanas.
Útil en el tratamiento de lesiones
La evidencia científica avala igualmente su potencial como herramienta para todo el proceso de recuperación de lesiones del aparato locomotor. En la fase de inmovilización, la BRF ya se utiliza en combinación con la electroestimulación, ya que a veces el afectado no puede realizar ejercicio activo para reducir la atrofia muscular.
Durante las etapas posteriores, el paciente generalmente no puede ejercitarse con cargas muy pesadas porque puede empeorar su lesión o generar dolor. En este caso, la restricción de flujo sanguíneo, combinada con la actividad suave (mover pesos ligeros), disminuye el estrés mecánico. Así se consiguen resultados similares (hipertrofia y aumento de la fuerza) que con el ejercicio de alta intensidad.
Aunque la restricción de flujo sanguíneo es una técnica prometedora en el ámbito clínico, los estudios actuales se centran principalmente en aplicarla a procesos posquirúrgicos de ligamento cruzado anterior, artrosis de rodilla y fractura de radio.
¿Tiene algún riesgo este tipo de entrenamiento?
Como todos los sistemas de entrenamiento y rehabilitación, la BRF es una técnica segura si se emplea adecuadamente. A mayor presión aplicada por el manguito y mayor intensidad en el ejercicio, más aumentarán las probabilidades de provocar efectos adversos.
Si la presión no restringe el flujo arterial (es decir, evitamos la oclusión completa) y se realizan ejercicios suaves, el riesgo es casi nulo, aunque debe tenerse en cuenta la situación del paciente o deportista. Por ejemplo, si este presenta problemas de coagulación o ha sufrido una trombosis venosa profunda, las posibilidades de desencadenar un problema vascular son elevadas.
Ante la duda, lo ideal es consultar a un profesional cualificado. Lo mismo puede decirse para los entrenamientos interválicos de alta intensidad o de larga duración, por ejemplo. En definitiva, la restricción de flujo sanguíneo es una técnica que ayuda a aumentar la masa muscular y la fuerza con menos carga que en el entrenamiento de alta intensidad. Además, se puede utilizar para aumentar el rendimiento deportivo y optimizar la rehabilitación de lesiones musculares, articulares y óseas.
Por:
Lorenzo Antonio Justo Cousiño
Profesor de la Facultad de Fisioterapia. Fisioterapeuta, Doctor en Neurociencia, Universidade de Vigo
Salvador Santiago Pescador
Profesor de la Facultad de las Ciencias de la Salud de la Universidad Europea Miguel de Cervantes. Fisioterapeuta. Doctor por la Universidad de Salamanca., Universidad Europea Miguel de Cervantes
Artículo publicado originalmente en The Conversation