La presencia de los gases en el sistema digestivo hace parte de su proceso y para eliminarlos se hace mediante los eructos o las flatulencias. Aunque, en ocasiones es posible que suenen y sienta dolores bajitos, los cuales quedan atrapados o no se mueven con facilidad en el estómago.
Además, su aumento va cuando se consume alimentos que son más propensos a generar gases, pero simples hábitos alimenticios pueden disminuir los gases molestos.
Según los expertos, las personas en promedio expulsan gases por el recto de 8 a 14 veces al día. Aunque también es normal que se haga con más frecuencia hasta 25 veces. Sin embargo, ya es preocupante cuando se hacen muchos a la vez y generan un olor desagradable. Este último, se da por el azufre de los flatos.
Al retenerlos puede traer malestar, hacer sentir al individuo con hinchazón o provocar dolor abdominal. Otra de las efectos que tiene la afección y se ha vuelto un tabú es expulsarlos en un lugar público y que suenen, esto es considerado como un acto de mala educación.
El ruido que hace un gas es reconocible y característico, pero en ciertas ocasiones es algo que no se puede aguantar. Ante dicha situación, Jorge Ángel, un enfermero, explicó cómo hacer para que no suenen.
El hombre reveló que la clave del sonido de un gas dependerá de su velocidad y del tamaño del esfínter en el momento de la expulsión. Por tal razón, debe apretar y así el esfínter se contraerá y se hará más pequeño, lo que producirá un sonido notable.
Pero si por el contrario lo que hace la persona es relajarse y no forzar la ventosidad, el esfínter estará relajado y el gas saldrá suavemente y sin generar ningún tipo de ruido.
Por otra parte un individuo debe acudir a un centro de salud, cuando presenta estos síntomas:
- Le molestan los síntomas de gases
- Los síntomas cambian repentinamente
- Otros signos, como dolor abdominal, estreñimiento, diarrea o adelgazamiento.
Las flatulencias pueden responder a la presencia de agentes dañinos al interior del organismo, como lo son heridas, úlceras y bacterias. Los malos hábitos alimentarios ocasionan la presencia de microorganismos negativos, los cuales permiten el desarrollo bacteriano.
La alimentación no recomendada genera que el organismo no pueda asimilarlos correctamente, generando así que haya diferentes reacciones no esperadas, entre las cuales están las flatulencias. Inclusive, puede que las sustancias no se metabolicen adecuadamente, implicando que los gases aparezcan.