Un nivel bajo de oxígeno en sangre, además de revelar la presencia de una posible enfermedad pulmonar, también puede ocasionar que las células del organismo tengan dificultad para cumplir adecuadamente sus funciones, especialmente en el corazón y el cerebro, explica la America Thoracic Society.

Por lo anterior, mantener la cantidad de oxígeno que circula en la sangre en los niveles indicados es clave para el buen funcionamiento del organismo. La mayor parte del oxígeno es transportado por los glóbulos rojos, los cuales lo recolectan de los pulmones y lo envían a todas las partes del cuerpo.

Según Mayo Clinic, una entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, el nivel normal de oxígeno en la sangre es de 75 a 100 milímetros de mercurio (mmHg). Los valores inferiores a 60 mmHg revelan la necesidad de oxígeno complementario y, por ende, una urgencia.

Algunos de los síntomas que pueden indicar que estos niveles están bajos son la falta de aire, dolor de cabeza, intranquilidad, mareos, respiración acelerada, dolor de pecho, confusión, presión arterial alta, falta de coordinación, trastornos visuales, sensación de euforia y ritmo cardíaco rápido.

A pesar de lo anterior, de acuerdo con Medical News Today, los niveles bajos de oxígeno en la sangre no son necesariamente dañinos y pueden ocurrir en personas que pueden recuperarse, o en otras sanas cuando están a una altitud elevada.

En estos casos no se requiere controlar estos niveles de forma regular. Sin embargo, las personas con enfermedades pulmonares crónicas, fibrosis pulmonar o enfisema, pueden tener niveles de oxígeno en la sangre por debajo de lo normal como consecuencia de su enfermedad. Ellas si requieren un monitoreo regular.

Hay algunos formas que pueden ayudar a subir estos niveles de forma natural. Según el portal Salud180, se puede mejorar la oxigenación con:

  • Dieta: existe un grupo de alimentos que ayudan al cuerpo a transportar oxígeno, sobre todo, aquellos con altas cantidades de hierro, un mineral, que, según Medline Plus, produce parte de la hemoglobina presente en los glóbulos rojos.
  • Dejar de fumar: esta acción impide que el oxígeno entre correctamente al torrente sanguíneo pues, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el humo del tabaco contiene más de 7.000 sustancias químicas, 69 de las cuales se sabe que son cancerígenas.
  • Ejercicio regular: los más recomendados son los aeróbicos pues aceleran la respiración y aumentan la capacidad pulmonar. Además, la actividad física “induce a que el corazón lata con mayor velocidad y aumente el flujo sanguíneo a los músculos y de regreso a los pulmones”.
  • Tomar aire fresco: llevar aire fresco a los pulmones también ayuda a aumentar los niveles de oxígeno en la sangre. Para ello lo más recomendable es aprovechar un espacio abierto donde no haya tanta contaminación, puede ser un parque amplio o el campo, para caminar despacio, relajarse un poco y respirar muy profundo en varias oportunidades.

Cabe destacar que, si los síntomas persisten, es necesario consultar con un médico u especialista en la materia para que recete el tratamiento adecuado y además, ayude a que no se agraven otro tipo de comorbilidades en el organismo.