Con el paso de los años, las personas tienden a acumular kilos de más. Esto no solo se debe a las malas dietas y al estilo de vida poco sano, que lleva a un desequilibro metabólico, sino también a que el cuerpo se vuelve más lento para quemar la grasa. Pero ahora hay un concepto que está ganando adeptos: la flexibilidad metabólica. No solamente ayuda a controlar el aumento de peso, sino a prevenir la diabetes tipo 2. Lo mejor, se puede lograr sin dietas restrictivas.
El concepto de flexibilidad metabólica se refiere a la habilidad que tiene el organismo de usar la grasa y los carbohidratos acumulados para obtener energía. Como muchos saben, el cuerpo está diseñado para acumular carbohidratos y grasa en tiempos de hambrunas, pero en esta época de abundancia, las personas comen en exceso y son más sedentarias.
El cuerpo tiende a quemar primero los carbohidratos porque es mucho más fácil convertirlos en energía. Luego echa mano de la grasa. La propuesta es que con ciertas pautas es posible entrenarlo para que queme ambas fuentes de energía y así promover la pérdida de peso. “La flexibilidad metabólica indica qué tan rápido el cuerpo puede usar los carbohidratos y grasas para obtener energía”, dijo Rhian Stephenson, nutricionista y fundadora de Artah, al diario The Times.
El problema, según la nutricionista Sandra Pérez, es que actualmente la dieta y el estilo de vida sedentario dañan este proceso. Además, menciona el estrés, la comida chatarra y el consumo de alcohol como obstáculos de la flexibilidad metabólica. Para ella, la solución depende en gran medida de la dieta alimenticia de cada persona. “La calidad de los alimentos tiene un impacto grande en la inflexibilidad metabólica”, explica.
Señala que las dietas de hoy contienen muchos productos altamente procesados y refinados, con lo cual los niveles de insulina en la sangre se elevan. “El mayor contribuyente de esta pérdida de flexibilidad es la hyperinsulinemia, es decir, demasiada insulina”, advierte Stephenson. En esa dieta, la principal fuente de energía del organismo es el azúcar.
El otro obstáculo para un metabolismo flexible es que las personas comen muchas veces al día. El hábito es desayunar, almorzar y comer, e incluir entre esas tres comidas dos o tres meriendas pequeñas. Así, las personas usan el metabolismo en cinco o seis oportunidades al día, lo cual para Stephenson es demasiado, puesto que ese no es el ritmo natural del organismo ni la manera apropiada para quemar energía.
Hay otro problema. Cada individuo responde diferente a la comida. “Por eso hay que ver cada situación, cada paciente, su entorno, el trabajo y la parte mental y psicológica”, dice Pérez.
Los expertos recomiendan adoptar una dieta baja en carbohidratos para promover que el cuerpo queme tanto grasas como carbohidratos y se disminuyan los picos de insulina. “De esta manera, las hormonas y los músculos estarán balanceados y el proceso metabólico fluirá de manera natural”, dice Pérez. Ayudan también los ayunos intermitentes, pues está demostrado que contribuyen a que el cuerpo eche mano de las reservas de energía rápidamente. Asimismo, está el ejercicio, que según la evidencia científica afecta de manera positiva la flexibilidad metabólica. Por lo tanto, no hay excusas. Una dieta balanceada y más movimiento lo llevarán por el camino de la flexibilidad metabólica.
Cinco trucos
- Ayunar. Lo ideal es tomar su requerimiento nutricional diario entre 12 y 14 horas. Esto da un margen de tiempo al organismo de tomar los carbohidratos como fuente de energía.
- Hacer ejercicio, ojalá a la primera hora del día y en ayuno para quemar más grasa.
- Olvidar las meriendas. Esto le da un respiro al metabolismo.
- Aumentar el consumo de plantas. Sería ideal que comiera por lo menos 30 diferentes alimentos de este grupo a la semana. No pueden faltar las especies, las hierbas, las semillas y las nueces.
- Bajarle al consumo de los carbohidratos. Si lo logra entrará, según los expertos, en una vía rápida para empezar a quemar grasa.