Cuando se habla de relaciones tóxicas, lo primero que la gente piensa es en las relaciones románticas. Y de hecho, es habitual escuchar historias de mujeres y hombres que siguen juntos por mucho tiempo en una relación que les produce dolor y hasta daños psicológicos. Sin embargo, un grupo de investigadores de la Universidad de California, Berkeley, acaba de demostrar que las relaciones amorosas no son las tóxicas, sino por el contrario, los vínculos familiares y laborales.Los científicos llegaron a esta conclusión luego de analizar los datos de 1.150 adultos de San Francisco, a quienes les pidieron detallar el estado de sus relaciones personales con más de 11.000 personas (entre familiares, amigos y conocidos). De estos, solo el 4 por ciento aseguró tener grupos de amistad o parejas difíciles, mientras que en los grupos de 21 a 30 años y 50 y los 70 años, más de la mitad calificó a sus hermanos y padres como las personas más difíciles de llevar pero al mismo tiempo imposibles de abandonar.Aunque parezca sorprendente, los investigadores atribuyen estos resultados a que generalmente es mucho más fácil deshacerse de un amigo o una novia molesta que de una madre. No solo porque los valores culturales hacen que cortar una relación familiar genere sentimientos de culpa a largo plazo; sino porque los beneficios económicos que obtienen de ellas son más significantes y los obliga a mantenerse a su lado. "Las relaciones íntimas que se vuelven muy tensas a menudo terminan”, escriben los científicos y agregan que “esto se diferencia de otras relaciones familiares cercanas, especialmente las de padres e hijos adultos, pues los lazos con cónyuges e parejas íntimas son de naturaleza más voluntaria y, a pesar del estrés involucrado, pueden ser más fáciles de disolver".De acuerdo al estudio, lo mismo sucede con las relaciones de trabajo. Cuando se presenta una situación en la que el jefe es maltratador, abusador o simplemente los compañeros generan un entorno negativo para la vida de una persona, muchos continúan en su puesto porque la decisión de abandonar el espacio no es tan fácil de tomar. La mayoría depende económicamente de ese trabajo y muchas veces el miedo al fracaso o a interrumpir los proyectos de vida pesan más.Lea también: Las cinco conductas tóxicas para relacionarse El dilema, según los científicos, radica en algo que todas las personas han experimentado: presiones sociales y restricciones de poder que rodean ciertos tipos de relaciones haciéndolas muy difíciles de cortar. Son casos en los que la otra parte tiene la capacidad de imponerse en la vida del otro. “Contextos donde las personas tienen una capacidad limitada para ejercer la elección o se ven presionadas para participar socialmente con ellas", explican los expertos.Así las cosas, quizá el gran aporte de los científicos de la Universidad de California en este tema es evidenciar que el problema de las relaciones tóxicas no está en la persona que lo acepta, sino en los contextos en los que se construyen. “La forma en que se apila la sociedad significa que esas relaciones son difíciles (y en ocasiones casi imposibles) de liberarse sin complicaciones financieras o personales adicionales”, concluye el estudio.¿No hay escapatoria?Catherine Salamanca, psicóloga clínica y magister en salud mental y psicopatología de la Universidad León, Barcelona, explica que antes de querer manejar o abandonar una relación tóxica hay que reconocer cómo y por qué se producen. Para ella, la mayoría de los patrones que llevan a tener relaciones tóxicas están relacionados con la manera como las personas construyeron sus primeros acercamientos emocionales en la infancia. “Tiene que ver mucho con el complejo de Edipo, y dependiendo de cómo lo resuelve cada persona, comenzará a relacionarse de una manera determinada. Puede ser sana, independiente o mucho más tóxica”, explica la psicóloga. “Cuando me pegan o me gritan esto se une con mis inseguridades y el patrón de crianza que tuve. Así que lo que hago es repetir ese mismo patrón hasta entenderlo. Si tengo una mala relación con mi papá, posteriormente voy a tener la misma relación con mi jefe. Dependiendo de cómo comencé a tener una relación con la autoridad y como comencé a tener un acercamiento al amor, eso mismo voy a seguir repitiendo”, puntualiza Salamanca.Para ella, este tipo de vínculos malsanos también tiene una relación con la adicción en términos cerebrales que es fundamental comprender. La experta explica que aún en las relaciones tóxicas la gente produce el mismo nivel de dopamina y serotonina, conocidas como hormonas del placer que con las drogas. En ese sentido funciona como una adicción. “La persona está en la imposibilidad de decir “no” porque siente que no tiene la capacidad de afrontarlo. Y si ella no cree en sus recursos emocionales, no va a decir “no” al jefe por miedo a que lo despidan, ni va a decir “no” a la pareja por miedo a que lo deje. El decir “no” se relaciona con el miedo más profundo que las personas tienen en su vida en ese momento”, explica Salamanca, para quien esta es, quizá, la principal razón por la que una relación tóxica es tan difícil de dejar. Le puede interesar: Compañeros de trabajo perjudiciales para la salud En este punto lo que sucede es que la persona pierde la claridad de sus límites. Desconoce hasta dónde puede llegar y lo que hace es soportar y soportar hasta que se presenta una situación muy grave. “Por eso, lo más común es que la gente con este tipo de problemas necesite ayuda profesional para salir de estas relaciones. No funciona hablar con un amigo o familiar, porque es un asunto que se debe tratar como una adicción” dice Salamanca.Cómo enfrentarloAunque lo recomendable es buscar ayuda profesional cuando una relación tóxica adquiere niveles avanzados, una persona puede aprender a manejar estos entornos. Según Salamanca, el primer paso es identificar cuál es la lógica de la relación: ¿Qué lugar ocupo yo? ¿Soy la parte activa o pasiva? Por lo general, aquel que reacciona primero es el sujeto que está siendo maltratado, pues es poco probable que la otra parte sea consciente del daño que está infligiendo.Lo que debe hacer la parte pasiva es empezar a transformar la situación al jugar un rol mucho más activo. Lo recomendable es explorar los recursos emocionales, las inseguridades y aprender a poner límites. “La persona debe empezar a apropiarse de la situación. El pasivo recibe dinero, insultos, dolor, mientras que la otra parte está acostumbrada a poner límites, a decir no, pero cuando una persona comprende lo que está pasando, sale a flote la parte resiliente y pone en escena todos sus recursos: decirle ‘no’ al maltrato físico, tener el valor de renunciar o decirle a la madre ‘me voy pero seguiremos teniendo un contacto’”, dice Salamanca.Otra de las posibilidades es dialogar con la persona y, aunque sea difícil, ponerse en el lugar del otro. Puede suceder que el comportamiento de la otra parte se derive de una relación tóxica que tuvo en el pasado con su madre y por eso la repita con sus hijos. “Cuando yo puedo diferenciar el patrón de relacionamiento de mi mamá, entonces puedo poner un límite y puede resignificar la relación, me puedo relacionar de manera más distante y no me va a afectar tanto porque le pongo un nombre distinto a la emoción, sé que su comportamiento no tiene que ver conmigo sino con algo que ella vivió. Lo puedo entender”, concluye.Si después de lo anterior la otra persona no está dispuesta a equilibrar los poderes, lo más sano es cortar de raíz la relación, pues se convertirá en un círculo vicioso del que será cada vez más difícil salir.Los síntomas de las relaciones tóxicasDependencia: chequea constantemente el celular para ver si está en línea o si está hablando con otra persona. Pensar que no es suficiente: esta sensación se asocia con un vacío muy importante. Los expertos recomiendan la introspección pues cuando una personas se conoce a sí misma puede poner límites en sus relaciones.80 por ciento del pensamiento está en esa relación: otras relaciones con la familia o los amigos se ven afectadas. Pensar que no hay salida: hay una resignación mental de que esto va a ser para siempre.Síntomas físicos: se altera el sueño y las cosas que antes generaban satisfacción dejan de proveer placer.Se pierde el gusto a la vidaLos patrones de alimentación: la ansiedad provoca cambios en la alimentación ya sea por exceso o por defecto.