Para armar el cubo Rubik no se necesita suerte y tampoco agilidad física. Todo se reduce a un tema de lógica: hay seis caras y seis colores y la idea es dejar cada cara de un mismo color. Pero para quienes lo cogen por primera vez, y para algunos que llevan varios años intentándolo sin éxito, suena a una tarea imposible.
Algunos han logrado armar el cubo usando la lógica y una vez que lo logran, han desarrollado un sistema de algoritmos que permiten resolverlo. Esa especie de manual ha sido la salvación para quienes no pueden con el rompecabezas tridimencional creado por Erno Rubik en Hungría.
Y aunque lo recomendable es que cada quien intente armar el cubo solo siguiendo su instinto, también puede recurrir a una guía exige una alta concentración, porque la idea es asignarle una letra a cada movimiento y aprenderse de memoria los algoritmos. Sin embargo, lo mejor sería encontrar la lógica detrás de cada paso y luego hacerlo sin ayuda.
El cubo tiene ciertas características importantes: a pesar de que la mayoría de fichas son intercambiables, hay seis fijas (una a cada lado) que indican qué color debe ir armado en cada cara. También tiene ocho esquinas y doce aristas. Esas características hace que a la hora de armarlo haya que deshacer caras ya completadas y pasos que ya se completaron. Eso no implica que se esté perdiendo trabajo, sino que se está trabajando en capas. Muchos de los algoritmos, de hecho, son para proteger lo que ya se ha hecho de los nuevos movimientos.
El primer paso es asignar a cada cara una letra, de acuerdo al nombre que tiene en inglés, de acuerdo a la posición que tiene el cubo al mirar de frente el lado que tiene la ficha blanca en el centro: F a la cara delantera, R a la cara derecha, U a la cara superior, B a la cara trasera, L a la cara izquierda y D a la cara inferior. Esas mismas letras van a indicar la rotación en el sentido de las manillas del reloj de cada cara. Si a la letra se le pone apóstrofe (F'), indica un giro en el sentido contrario de esa cara.
La lista de algoritmos necesarios para resolver el cubo se pueden encontrar en esta página o en este video.
La historia del cubo Rubik
El cubo Rubik nació por casualidad una tarde de 1974 en Budapest, Hungría. El profesor de arquitectura Erno Rubik, de 29 años, estaba jugando a inventar figuras con los materiales que tenía en su cuarto. Solía hacer cubos de madera e intentaba darles funcionalidades. Era su pasatiempo favorito por la materia que dictaba en la Universidad de Tecnología y Economía de Budapest: geometría descriptiva.
Ese día, y “de la nada”, se le ocurrió tomar ocho cubos pequeños y unirlos en una sola estructura en la que pudieran intercambiar lugares. Fracasó varias veces, pero por fin pudo armar lo que deseaba. Giró un poco las piezas y luego, para identificar los movimientos que hacía, decidió pintar las seis caras del cubo, cada una de diferente color. No obstante, después de hacer unos cuantos giros, se dio cuenta de que tenía el cubo como un salpicón multicolor y que iba a ser muy difícil devolverlo a la posición original.
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