Mayo Clinic destaca que sentir ansiedad ocasionalmente es un aspecto normal en la vida, pero quienes padecen trastornos de ansiedad frecuentemente tienen preocupaciones y miedos intensos, excesivos y persistentes sobre situaciones diarias.
Por lo general, en este tipo de ataques se producen repetidamente sentimientos repentinos de ansiedad intensa y miedo o terror que alcanzan un máximo en una cuestión de minutos (ataques de pánico).
Los sentimientos de ansiedad y pánico suelen afectar las actividades diarias, por su dificultad para controlarlos, son desproporcionados si se comparan con el peligro real y pueden durar un largo tiempo.
Para intentar prevenir estos sentimientos, pasa en ocasiones que los afectados evitan ciertos lugares o situaciones. Los síntomas pueden empezar en la infancia o la adolescencia y continuar hasta la edad adulta.
Algunos ejemplos del trastorno de ansiedad son: trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de ansiedad social (fobia social), fobias específicas y trastorno de ansiedad por separación.
Los síntomas son:
- Sensación de nerviosismo, agitación o tensión.
- Sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe.
- Aumento del ritmo cardíaco.
- Respiración acelerada (hiperventilación).
- Sudoración.
- Temblores.
- Sensación de debilidad o cansancio.
- Problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual.
- Tener problemas para conciliar el sueño.
- Padecer problemas gastrointestinales (GI).
- Tener dificultades para controlar las preocupaciones.
- Tener la necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad.
Los trastornos que existen son:
Agorafobia: es un tipo de trastorno de ansiedad en el que se teme a lugares y situaciones que pueden causar pánico o hacer sentir atrapado, indefenso o avergonzado y a menudo se intenta evitar.
Trastorno de ansiedad: debido a una enfermedad, incluye síntomas de ansiedad o pánico intensos que son directamente causados por un problema de salud físico.
Trastorno de pánico: implica episodios constantes y seguidos de sensaciones repentinas de ansiedad y miedo o terror intensos que alcanzan un nivel máximo en minutos (ataques de pánico).
Mutismo selectivo: Incapacidad constante que tienen los niños para hablar en algunas situaciones, como la escuela, incluso cuando pueden hablar en otras situaciones, como en el hogar con miembros cercanos de la familia.
¿Cómo aliviar la ansiedad?
En la mayoría de ocasiones, los remedios naturales son seguros en el tratamiento de la ansiedad y esto aumenta si se combinan con terapias médicas convencionales.
No obstante, las alteraciones a la dieta puede cambiar la manera como funcionan los medicamentos para esta enfermedad, por lo que es recomendable poner en práctica otras opciones naturales, como:
Hacer ejercicio
Algunos investigadores aseguran que el ejercicio es una buena forma para quemar la energía de la ansiedad ocasionada por situaciones estresantes. Hacer ejercicio durante 30 minutos al día puede mejorar significativamente los síntomas de depresión.
La ansiedad implica distintos neurotransmisores como la dopamina y la serotonina. Al realizar ejercicio, el cerebro produce endorfinas popularmente conocidas como moléculas de la felicidad; estas contribuyen a la disminución de la ansiedad, ya que la serotonina regula el estado de ánimo y la dopamina eleva el sentimiento de motivación además de acelerar funciones cerebrales como la capacidad de atención y la memoria.
Meditar
La meditación puede ayudar a reducir los pensamientos apresurados, facilitar el control del estrés y la ansiedad. Para ello existe una amplia variedad de estilos de meditación que pueden funcionar, incluyendo mindfulness o conciencia plena y la que se hace durante el yoga.
La meditación con base en la conciencia plena es muy popular en la terapia. De acuerdo con expertos, la meditación puede ser altamente efectiva en personas con trastornos relacionados con el estado de ánimo.
Practicar ejercicios de relajación
Las personas que padecen esta patología tienden a tensar los músculos inconscientemente y apretar la mandíbula. Para tratar estas acciones existe una serie de ejercicios de relajación progresiva que pueden ser útiles.
Uno de ellos es recostarse en posición cómoda y lentamente contraer y relajar cada grupo de músculos, empezando con los dedos de los pies y continuando hacia los hombros y la mandíbula.