El baño suele ser uno de los momentos más complejos para cualquier dueño de mascotas, especialmente si se tiene un gato, ya que estos animales suelen ser muy temperamentales y suelen tener una reacción de rechazo hacia el agua, comportamiento que procede de su origen, ya que vienen del Medio Oriente, región que se caracteriza por ser desértica.
Aunque no existe una regla que indique cada cuánto se debe asear un gato, expertos sugieren que todo depende del tipo de raza y la etapa en la que se encuentre. Si son cachorros, la limpieza debe ser más frecuente que la de un adulto, debido a que al ser pequeños son más inquietos y exploradores, por lo que son susceptibles a ensuciarse con facilidad. Sin embargo, cuando la mascota tenga el año, éste puede bañarse cada tres o cuatro meses.
“Los gatos de pelo largo, mediano y los que les gusta pasar tiempo al aire libre requieren más atención que los gatos de pelo corto y domésticos, los cuales pueden necesitar un baño con menos frecuencia”, destaca Basic Farm, empresa especializada en la comercialización de productos veterinarios.
La empresa Purina, una de las más representativas en alimentos para mascotas, señala que es importante que el dueño de la mascota ayude al animal a que se acostumbre al baño y para ello se debe establecer desde muy cachorros una buena relación con el agua, para que esto haga menos traumático el día que toca limpiarlo. “Si consigues acostumbrar a tu gato al baño desde que es un gatito (a partir de los 2 meses de edad), el contacto con el agua no necesariamente debe resultarle desagradable”, indicó.
¿Cómo bañar a un gato?
Para llevar a cabo el baño a un gato, se deberá tener tacto y paciencia, debido a que suelen ser muy sensibles ante movimientos bruscos y esto puede complicar el proceso. Lo primero que se debe hacer es tener una bañera o recipiente que se ajuste a su tamaño, y que la mascota identifique o que esté familiarizado.
“Es conveniente que coloques una alfombrilla en la superficie para evitar que tu gato se resbale con las uñas. Utiliza agua tibia (30 grados) y un champú específico para felinos. Éste último punto es muy importante, porque los champús para humanos, aunque sean neutros, no respetan el PH de la piel de los gatos”, expresó Purina.
Antes de empezar, deja correr el agua unos segundos para que el gato se acostumbre al sonido. Durante el bañado, evita el contacto del agua con sus orejas y ojos. De esta manera, disminuirás el riesgo de que desarrolle infecciones. Comienza mojando la parte inferior de su cuerpo con la mano o la ayuda de una esponja suave, y ves ascendiendo poco a poco. Con esta técnica, conseguirás aumentar su confianza y hacer más fácil el proceso.
“Enjabónalo mientras lo acaricias, y deja que el champú actúe durante unos minutos. Finaliza el proceso aclarando su cuerpo con abundante agua para eliminar restos de jabón, que podrían incomodarlo durante sus rutinas de aseo diario. Una vez finalizada la tarea, sécalo con mucho mimo y cuidado”, acotó la empresa especializada en alimentos para mascotas.
Tras el baño, es importante secarlo con ayuda de una toalla o si se desea, se puede emplear un secador para agilizar el proceso. En esto último, poner el aire del secador a una temperatura media, ya que esto contribuirá a que se mantenga tranquilo y no se espante o huya, especialmente por el ruido que producen este tipo de aparatos. Y cuando ya esté completamente seco, se le puede dar un cepillado al pelaje para que uniforme y bien presentable.