Dormir correctamente es uno de los aspectos fundamentales para gozar de buena salud. Una mala calidad de sueño es el detonante para la aparición de diferentes complicaciones, principalmente en asuntos cognitivos.
Durante el tiempo de descanso ocurren varios eventos aparentemente desconocidos para las personas, pero altamente importantes con lo que respecta a la salud. Con base en la información de la Asociación Americana de Personas Jubiladas (AARP) de Estados Unidos, se sabe que en la noche la presión arterial y la temperatura corporal disminuyen; por lo que las personas experimentan excitación sexual, hablar en voz alta o rechinar los dientes.
En ese orden de ideas, cuando una persona duerme poco (menos de cinco horas), se debe tener en cuenta que la privación del sueño genera que el 25 por ciento de las células cerebrales mueran, lo cual termina afectando las funciones y supervivencia neuronal. Del mismo modo, se terminan alterando los procesos y acciones cognitivas.
Los riesgos más peligrosos que acarrea esta condición son: aumento de peso, debilidad en el sistema inmunológico, aumento en la probabilidad de padecer diabetes, vulnerabilidad a la depresión y ansiedad, desarrollo de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, reducción del deseo sexual, afecciones en la función cognitiva, disminución en el crecimiento muscular y aceleración en el proceso de envejecimiento.
En aras de impedir esa complicación, hay una serie de recomendaciones expuesta por los especialistas de Clínica Mayo. Para tener un descanso ameno, es necesario crear un ambiente adecuado para descansar. Por ejemplo, tener las ventanas abiertas para recibir aire fresco es una forma de liberar al cuerpo de las tensiones durante el descanso.
De igual forma, mantener un espacio oscuro, con temperatura adecuada y sin la presencia de ruidos intensos; permitirá dormir con mayor tranquilidad. Todos esos factores externos influyen en el modo por el cual el organismo se acomoda para su beneficio.
El segundo consejo revelado por los expertos radica en contar con un patrón de sueño determinado. La cantidad de horas es fundamental para eso, por lo que es recomendable mantener un promedio de siete horas en caso de los adultos. Subir o bajar esa cifra es perjudicial para el organismo, debido a que el sueño no será reparador.
También es importante no tomar muchas siestas en el día. Puede que por la jornada el esfuerzo sea grande, pero los sueños temporales durante el día no son recomendables para incluir en la rutina. Los especialistas aseguran que ese descanso termina obstruyendo el sueño en la noche.
La alimentación cumple un papel importante, por el hecho que acostarse con el estómago vacío afectará el sueño y las personas podrán tener insomnio. El problema radica que el cuerpo necesita disponer más tiempo para asimilar la comida y así es imposible entrar en un estado de reposo. Esta situación ocurre de la misma forma que con el alcohol.
Por otro lado, la regulación del estrés es fundamental. Antes de acostarse, es necesario tener despejada la mente. Dejar sin resolver preocupaciones o situaciones estresantes son el detonante para no conciliar el sueño.
De la mano con este asunto, el último consejo de los expertos radica en la actividad física. Para nadie es un secreto que el ejercicio le brinda vitalidad al organismo y, por ende, ayuda a dormir mejor. No obstante, se debe impedir el ejercicio antes de acostarse.
Referencias científicas: Clínica Mayo y Asociación Americana de Personas Jubiladas.