Ser padre es uno de los momentos más importantes de la vida. Sin embargo, después de que un bebé llega a casa ocurren transformaciones radicales. Las más evidentes: la falta de tiempo y los cambios en los hábitos de sueño. Pero pocos hablan de un temor de las parejas: el desplome de su vida sexual. Varios estudios demuestran que, en efecto, la llegada de los hijos tiene mucho que ver con el deterioro de la intimidad. En 2018, una encuesta publicada en el Journal of Sexual Medicine encontró que el 47 por ciento de las madres y el 43 por ciento de los padres sentían que la calidad de su vida sexual había empeorado después de traer hijos al mundo. Además, un 61 por ciento de las madres y un 30 por ciento de los padres sintió una disminución en su deseo. Ambos géneros también reportaron tener al menos diez preocupaciones sexuales diferentes. Allí aparecen la disminución de la líbido de su pareja y la angustia de las mujeres por su nueva imagen corporal. Y la dificultad para arreglar el problema empeora con los años.

La mayoría de estos problemas obedecen a cambios físicos. Es normal que luego de un parto las mujeres no sientan ganas de tener relaciones sexuales. En esto influye la trasformación de su cuerpo, que según el ginecólogo Roger Capmartin, “nunca volverá a ser igual”. Otros factores, como amamantar, también pueden significar un desgaste físico extra para el cuerpo de la mujer. Carlos Triana, un diseñador de 48 años, confiesa que tras siete años de haber tenido a su hija Luciana, la intimidad con su esposa cambió radicalmente. “Tras el parto fue nula porque ella tuvo depresión. Hubo un momento en el que mejoró, pero la verdad es que nuestra intimidad nunca volvió a ser la misma”, dice. Algo similiar le sucedió a Martha Nieto, economista y madre de dos adolescentes. Para ella, inevitablemente el sexo cambia pues “uno está siempre más agotado y hay menos lugares y momentos en los que puede pasar”, cuenta. Otras mujeres dicen que en la lactancia ellas sienten que el cuerpo está enfocado en el bebé y no en otra cosa. “Es como si el organismo supiera que la prioridad es ayudar a ese bebé indefenso y nada más. Mi esposo y el sexo pasaron a un segundo plano”, dice otra madre de su experiencia. Pero no todo está perdido. Según los expertos es posible volver a encender la llama de la pasión. La clave está en la comunicación, la iniciativa y, sobre todo, en no dejar pasar demasiado tiempo. También hay que entender que es normal que la vida sexual fluya o disminuya con estos y otros eventos, incluso si nunca tienen hijos. Estos son algunos consejos para evitar que la paternidad arruine del todo su intimidad. 1. Empiece desde cero Muchos se preguntan cuándo tener sexo después de la llegada del bebé. Según los médicos, ello es posible después de que haya parado el sangrado vaginal o los puntos de una cesárea estén curados. Para Capmartin, por lo general, esto toma entre cuatro a seis semanas. Pero lo recomendable es no retomarlo hasta después de dos meses, cuando “haya certeza de que los métodos de planificación funcionen”, explica. A todo esto hay que sumarle otros factores que pueden incidir en que el momento esperado se retrase. Según el experto, la lactancia y el aumento de una hormona llamada progosterona disminuyen la líbido de las mujeres. Por eso es normal que ellas no quieran tener sexo durante algunos meses. Pero no solo las mujeres experimentan cambios. Según un trabajo realizado en 2018 por la Universidad de Notre Dame, los hombres también experimentan una caída de testosterona de alrededor del 30 por ciento. Los expertos recomiendan decidir juntos cuándo reanudar la intimidad y empezar por pequeños pasos: frases románticas, abrazos y besos. “Cada pareja es un mundo. Dependiendo de si son padres primerizos habrá dolor u otros problemas emocionales. Por eso cada pareja debe retomar el sexo a su ritmo”, concluye Brenda Rocha, médica y magíster en sexología.

2. No normalice la falta de sexo Los expertos coinciden en que hay que ser comprensivos por un tiempo con la ausencia de sexo. Pero esta no puede prolongarse ilimitadamente. Muchos querrán seguir pendientes de sus hijos, pero para Rocha cometen un error garrafal. En efecto, de ese modo las personas pueden volver normal tener una vida sexual aburrida y no hacen nada para mejorarla. “De alguna manera nos han enseñado que debe ser así, que es normal. Pero esto es grave porque la sexualidad en una pareja es importantísma. Tocar al otro es algo escencial para conectarse o unir”, explica. Cuando esto no pasa, las parejas pueden empezar a llevar vidas paralelas, separadas, y, en algún momento descubrir que no tienen nada en común. En suma, aunque la paciencia es un buen detalle con la pareja, dejar pasar demasiado tiempo casi garantiza el fracaso de la relación en el futuro. 3. Sáquele tiempo Para muchos, planear el momento del sexo puede quitarle la diversión, pero llega un punto en el que es realmente necesario. De acuerdo a una encuesta realizada en 2018 por la compañía Lessa, solo el 2 por ciento de las parejas tienen relaciones de manera espontánea después de tener un hijo. La mayoría recurre a estrategias como esperar hasta que los pequeños estén dormidos (64 por ciento), ducharse juntos (42 por ciento), usar tecnología para distraer a los niños (39 por ciento), llevarlos a la casa de un pariente (37 por ciento) o esperar a que se vayan al colegio (33 por ciento).

Para que el sexo no tenga que reducirse solo a estos espacios, los expertos recomiendan empezar a desarrollar buenos hábitos sexuales como una cena romántica o mandar un mensaje sugerente de texto a la pareja o establecer un día mínimo a la semana para ello. Aunque al principio pueda parecer aburrido, tener sexo puede llevar a más. Así, poco a poco los dos notan que los encuentros aumentan, incluso sin planearlos. 4. Piense en usted Tomarse el tiempo para nutrir sus necesidades físicas y emocionales individuales también puede mejorar su relación. Ir al gimnasio o hablar con la pareja sobre cómo disminuir la carga mental que a menudo soporta cada uno de ellos acerca de los hijos. 5. Considere la terapia Un pequeño estudio de 2018 encontró que asistir a terapia ayuda a las parejas con bajo deseo sexual. Sin embargo, muchos no tienen tiempo ni dinero para hacerlo. Si este es su caso, Esther Perel, una psicoterapeuta cuyas charlas TED sobre sexualidad y relaciones ven millones, ofrece un curso en línea por 200 dólares.