Dormir bien y sentirse pleno emocionalmente son dos de los aspectos primordiales para tener una calidad de vida digna. Sin embargo, algunas personas tiene deficiencias a la hora de descansar en la noche ya sea por temas biológicos o psicológicos como la depresión y la ansiedad.
El insomnio es un trastorno del sueño común y consiste en tener problemas para conciliar el sueño, quedarse dormido o los dos, de acuerdo con Medline Plus, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Además, explicó que el insomnio es común, pero afecta con mayor frecuencia a las mujeres que a los hombres. Asimismo, indicó que puede padecerse a cualquier edad, pero es más usual en adultos mayores.
Por su parte, la depresión es un trastorno de salud mental que, según el National Institute of Mental Health (NIH), causa síntomas que afectan los sentimientos y la coordinación de actividades diarias como dormir, comer o trabajar.
Este problema de salud puede afectar a cualquier persona, independientemente de la edad, raza o género, pero hay investigaciones que sugieren que los factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos desempeñan una función en la depresión.
Las personas que tienen una madre, padre, hermana, hermano, hermanastra o hermanastro con depresión mayor tienen un riesgo más elevado de padecerla, según una investigación de la Universidad de Copenhague, Dinamarca.
El trastorno de ansiedad implica episodios repetidos de sensaciones de miedo o terror intensos que alcanzan un nivel máximo en minutos. Dichos trastornos traen consigo dificultad para respirar, dolor en el pecho o palpitaciones cardiacas aceleradas. Estos ataques de pánico pueden generar convulsiones, dolor de pecho, mareos y sensación de ahogo.
Estos síntomas pueden ser largos y complejos de tratar y existe la posibilidad de que algunas personas que padecen estos ataques sean más propensas a consumir drogas, sean menos productivas en el trabajo, sufran problemas matrimoniales o pierdan la autonomía para ir solos a algunos lugares.
Semillas de calabaza
La calabaza es un alimento que aporta potasio, sodio, zinc, magnesio y vitamina B, C y E, propiedades que hacen de la calabaza un alimento beneficioso para controlar la presión arterial y promover una buena digestión. Una de las propiedades más importantes es su gran aporte de betacarotenos, los cuales se convierten en vitamina A, útil para combatir células cancerígenas.
Además, se pueden consumir sus semillas, que son una gran fuente de aminoácidos y de ácidos grasos insaturados. De hecho, según la base de datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, comer 100 gramos de semillas de calabaza aporta 18 gramos de fibra, 4 miligramos de hierro y 262 miligramos de magnesio.
Estas semillas pueden contribuir en la lucha contra el insomnio y la inestabilidad emocional, así lo explica el portal TRT.
“Comer semillas de calabaza antes de ir a la cama puede ayudar a que duerman bien por la noche. Las semillas de calabaza son una fuente de triptófano, la sustancia natural que promueve el sueño. El magnesio, zinc, cobre y selenio en las semillas de calabaza podrían influir en el tiempo y la calidad del sueño”, explica.
Este es uno de los alimentos que más beneficios trae para el hombre, ya que ayuda a cuidar de su órgano reproductor, según un estudio publicado por US National Institutes of Health; además, se cree que estas semillas ayuda a prevenir el cáncer de próstata.
Otro estudio del Departamento de Bioquímica de la Universidad King Saud menciona que este producto ayuda a reducir los niveles de colesterol malo (LDL), elevando los buenos (HDL); sin embargo, hay otras investigaciones que indican que para confirmar esta teoría se necesitan más análisis.
El portal Elsevier dio a conocer que en una investigación científica se descubrió que las semillas de calabaza tienen un efecto antiinflamatorio que puede ayudar a tratar los síntomas de los pacientes que padecen de artritis.