El café es una de las bebidas más populares en todo el mundo y destaca por su efecto estimulante en el sistema nervioso central, así como su sabor e inconfundible aroma. Adicionalmente, se le atribuyen numerosos beneficios.
La Fundación Española de Nutrición (FEN) reseña que el café “es una mezcla compleja de más de 800 compuestos volátiles con propiedades antiinflamatorias, antifibróticas y antioxidantes. La cafeína y los ácidos clorogénicos son los compuestos más conocidos”. Además, resalta que es rico en vitamina B3, magnesio y potasio.
“El consumo regular de esta bebida ayuda a prevenir ciertas enfermedades crónicas como la diabetes mellitus tipo II y la enfermedad hepática”, anota la FEN. Por otra parte, respecto a su relación con el sistema cardiovascular, la fuente consultada sostiene que existe controversia en este tema, ya que antes se creía que el consumo de café se asociaba a un mayor riesgo cardiovascular.
“Sin embargo, en estudios más recientes, no se ha encontrado ninguna asociación de este tipo. Al contrario, ahora se sabe que no hay evidencia científica que demuestre una asociación entre el consumo moderado de café y la enfermedad cardiovascular, incluyendo infartos”, precisa la FEN.
Algunas personas también recurren al café para aprovechar otras de sus cualidades. Por ejemplo, hay quienes acostumbran a beberlo para sentirse más despiertos, un efecto que se logra gracias a su capacidad de estimular el sistema nervioso central.
Otro uso que se le da al café es como bebida saciante, de manera que calme el hambre y evite las ganas de comer constantemente. Esta cualidad es pretendida, sobre todo, por quienes buscan bajar de peso. Sin embargo, ¿realmente existe una relación entre beber café y el control del apetito?
Un estudio titulado La cafeína afecta transitoriamente la ingesta de alimentos en el desayuno, publicado en el sitio web del Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics, sostiene que si bien es cierto que el café motiva una sensación de saciedad, es muy limitada.
“El estudio determinó que después de consumir la bebida con un 1 mg/kg de cafeína, los participantes consumieron cerca de 70 calorías menos que después de beber jugo con 3 mg / kg o sin cafeína agregada. Después de revisar lo que comieron durante el resto de cada día de estudio, encontraron que la pequeña disminución en la ingesta no persistió. Los participantes compensaron la ingesta reducida en el desayuno al final del día”, menciona el artículo.
Teniendo en cuenta los resultados de la investigación, recurrir al café como alternativa para controlar el apetito no parece ser una alternativa infalible.
No obstante, el estudio precisa que dentro de los efectos del café sí figura la estimulación del metabolismo, pues pone en marcha un proceso conocido como termogénesis (generación de energía o calor al aumentar la tasa metabólica).
A pesar de que estos efectos suenan atractivos, la revista Mejor con Salud advierte que “no se debe ingerir café de manera compulsiva porque la cafeína en exceso puede provocar efectos negativos como nerviosismo, temblores o náuseas”.
El consumo de café tampoco es recomendado para personas que sufran insomnio, hipertensión o padezcan ataques de ansiedad. Por esta razón, es conveniente ser responsables con su ingesta.
“Como recomendación general, el consumo de hasta cuatro tazas diarias de café (400 mg cafeína) puede ser parte de una dieta saludable y balanceada, así como de un estilo de vida activo. La recomendación de cafeína cambia en mujeres embarazadas y niños. Según la EFSA, las mujeres embarazadas pueden consumir hasta 200 mg de cafeína sin implicar riesgos para el feto. En cuanto a los niños y adolescentes, no existe información suficiente para hacer una recomendación de ingesta segura”, expone la Fundación Española de Nutrición.