Practicar actividad física regularmente y mantener un estilo de vida saludable es la máxima de todos los expertos en la salud para vivir sanamente. En promedio, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades indica que una persona debe realizar al menos 30 minutos de ejercicio al día, es decir, mínimo 150 minutos a la semana.
La movilidad, contrario al sedentarismo, favorece el bienestar físico y mental del ser humano, especialmente en la edad adulta en la que, por diferentes cuestiones, muchas veces se pierde el hábito de realizar ejercicio.
Esto lo saben muy bien los deportistas y atletas, quienes le dedican su vida a la actividad física y disfrutan de los beneficios que ello les genera en el organismo. Entre las características que desarrollan se encuentra el corazón de atleta.
¿Qué es el corazón de atleta? ¿Es peligroso?
El Manual MSD de salud para el público en general precisa que se trata de un síndrome que, si bien no necesariamente denota algo negativo para el cuerpo, transforma el estado del corazón.
Este órgano vital es el encargado de bombear la sangre al resto del organismo y, por ende, permitir el funcionamiento de los demás órganos. De ahí su importancia para el ser humano.
Quienes practican algún deporte reconocen lo fundamental que es contar con una buena salud cardíaca para su correcto rendimiento físico, por lo que procuran llevar hábitos sanos que contribuyan a tener ese bienestar general.
Conforme se vuelve frecuente la actividad física, especialmente de alta intensidad, algunos deportistas pueden desarrollar el síndrome de corazón de atleta. De acuerdo con el referido manual, este trastorno hace referencia a “los cambios fisiológicos normales que sufre el corazón en las personas que hacen regularmente ejercicio aeróbico vigoroso (por ejemplo, carreras o ciclismo de alta intensidad) y también en quienes realizan un entrenamiento físico intenso con pesas (levantamiento de pesas)”, precisan.
Entre dichos cambios se enlista un aumento en el tamaño del corazón, engrosamiento de las paredes y agrandamiento de las cámaras o cavidades cardíacas. Con estas condiciones se facilita un mayor bombeo de sangre al resto de organismo en cada latido, lo que propicia una regulación del ritmo cardíaco, así como un “pulso más lento y más fuerte”, según detalla el manual.
Pese a ser una condición que se genera como resultado de la actividad física, cabe mencionar que estas características son similares a las que ocurren cuando se padece de ciertas afecciones cardíacas. Bajo esta línea, en el blog del cardiólogo Doctor Azcárate, el experto indica que lo ideal es que el deportista acuda de manera regular al médico y evalúe periódicamente la salud del corazón, debido a la sobrecarga que se le genera.
Igualmente, es primordial descartar que la sintomatología no responda a otra enfermedad distinta al síndrome del corazón de atleta, por lo que es importante fijarse si se presentan otras señales al tiempo, como cambios en la presión arterial, por ejemplo.
“Cuando un deportista deja de entrenar, el corazón de atleta desaparece lentamente, es decir, el tamaño del corazón y la frecuencia cardíaca tienden, gradualmente, a parecerse al patrón característico de una persona que no practica deporte”, precisa el Manual MSD de salud. Lo anterior quiere decir que no existe algún tratamiento específico para este síndrome y el corazón tiende a recuperar su estructura luego de un tiempo sin actividad física demandante.
Finalmente, el mencionado portal aclara que este síndrome no tendría por qué representar ningún riesgo para la salud, a menos que existan otras condiciones de base que puedan alterar el funcionamiento del corazón.
Este artículo no pretende reemplazar las indicaciones de un médico, por lo que se les aconseja a las personas acudir ante un profesional ante cualquier molestia que así lo amerite.